The Boyz in the Band
nunca hizo un esfuerzo por buscar un estudio privado por Airbnb. En el pasado, Jared le había mencionado que se trataba de
asiones que las que
ado la noche anterior para el encuentro, Rossana se dispone a dejar el hotel rumbo al Libery Hall, no resultó muy difícil averiguar el lugar en d
red, Toby, Kaoh y Niko se preparan para la jornada de selección d
s noveles, de mediana trayectoria y recién consagrados esperan su turno en los pasillos para audicionar. Repasan sus líneas en voz alta jun
nas botas de tacón negro de cuerina, altas hasta por encima de las rodillas, cubiertas apenas por una falda lápiz negra y un body a juego de cuello alto que entalla una silueta
e ve tan bien y que exuda una confianza en
exhalar por la boca, también debe mantener a la raya ese tic nervioso que le obliga a apretar sus mandíbulas hasta que el dolor le hace
. Porque Jared la recuerda como una jo
o ríe con facilidad, ya no devuelve con silencio ninguna tontería y ha aprendido a decir a los hombres que
s en unos minutos, cuando se enfrente a los cuatro miembros de la boyban
pondrá las condiciones, y no al re
norme bodyguard que resguarda la entrada, como era de esperarse, no se lo permite. Ella le reclama en español, él se encoge de hombros y la invita a tomar asiento en el
en el pasado: al igual que ella, viste de total black. Al padre de su
oto automático. Ni siquiera ella
un lado la cabeza para mirar a la mujer cuya voz, perfe
una versión madura y un tanto más sofisticada de la chica nerdy a
embla y a ella no le gusta que se note su nerviosi
der –le dice Jared–
voz, esta vez su tono y sus nervios se han
es de responder–. Te recuerdo que nue
llamara Rossie, sin embargo, aquella n
ciocho años –cuando se altera, Rossana habla e
nseguida y en silencio. Per
una réplica que no acaba de llegar. El guardaespaldas com
ed sabe que eso nunca pasará, pero hac
iva parcial como una o
os medios –dice ella–. De seguro les interes
parar a Jared en donde más
es así –r
onoces más
cabeza, para que permita pasar a Ro; luego, Jared abre la puerta de la sala de audiciones y, con su mano, la invita a ingresar. Ella no puede sostenerle la mirada por más de dos segundos –nunca ha podido–. Agacha la cab
corazón, que Jared hay
perará