Los amores de Rebeca
del local. Poco a poco ambos cogimos confianza y casi todos los días nos sentábamos a charlar e incluso ya teníamos una hora establecida: las cinco de
aba la metamorfosis que le ocurría al cielo en aquel corto lapso de tiempo, como el día s
jó de verlo como un "bicho" raro; en cuanto a Alejandra, ella lo aceptó desde el primer día. M
. La química entre Alejandra, Nicolas y yo era muy evidente; sin embargo, Patricia mantenía cierta distancia con Nicolás, que él no era capa
lmente, había llegado el momento de trabajar; todas las tardes, después de salir de unas apasi
la hermana mayor. Sin embargo, su motivación iba más allá de darnos una vida digna tanto a Paty como a mí,
la carrera de pedagogía en la universidad, por el contrario de Patricia, ella era una fiel amante de los libros; pero nuestro corto pre
ara de alguna forma el estudio; no obstante, la negatividad presentada por la mayor de las gemela
inguna de sus palabras. Arrugué mi cara y ella de inmediato captó que no l
más a mí y
. Patricia te esta esperando y no sol
tonta, desde luego, la r
racterístico gesto de tomar unos cuantos mechones de cabello y esconderlos detrás de mis orejas
tan tierno que daban ganas de comerlo a besos y su sonrisa... uff su
ojos de un inocente niño. Su mirada se parecía mas a la de un hombre, sin embargo, no era
piernas quedaba al descubierto. Nicolás notó mi ges
No hay necesidad de
ar su atención. Empecé a carraspear mi gar
dije, al ver que él trató de
algo. - Nicolás se levantó de la silla y,
broma. Sin embargo, todo transcurría con normalidad. Patricia atendía a los clientes, Al
saron cinco minutos y sigues v
intentó disculparse por su comentario, sin e
isculparte. Solo no
staba casi segura de que acababa de salir de clases. Sacó un libro de un gran grosor, parecían tres bibl
nseguido con mama
bre, en este caso niño, me había regalo algo. A pesar de las fuertes críticas que mi subconsciente le realizaba Nicolás, el logró
instante todo y todos desaparecieron. Mis ojos solo podían ver a Nicolas, mis oídos solo podían escuchar
carrera y decidí dártelo, porque... -hizo
-repetí i
este regalo simbol
rme la dueña de su corazón, cuando apenas me había dedicado unas palabras que podían ser mal interpretadas. Su noble gesto no neces