Los prisioneros de la oscuridad
struía la garganta, el movimiento de sus pies se le hacía cada vez más complicado
umulado en su boca para que le permitiera volver a respirar. Se encontraba agitado, el a
líquido oscuro mezclándose con la tierra. Tal vez era por la oscuridad o debido a q
mal", susur
mente una nube la cubría en este momento,
obre su costado, se arrastró para poder ver hacia afuera. Una peq
ía est
cil, tenía que hacer lo posible para c
pequeñas cadenas de montañas a las que conocían como el "Pasaje de la Cúspide". Si regresaba, se encontraría con un amplio terreno descampado, donde no tendría donde e
que pasar por esa cosa repitiendo lo
ales de donde estas y me dices lo que quier
da que no le pertenecía y la cual estaba embarrada en sangre fresca. Tenía una sonrisa sádica
ante voz. El corte en su abdomen era profundo y el desangrado no paraba por
a cambiado en algo ha
ber? ¿Acaso sus amigos hubieran seguido con vida? ¿Hubiera logrado prote
ra solo una pérdida de tiempo. Claro que lamentaba el haberlo
ver esa cosa con el desagradable sentimi
a seguir presionando su herida; aunque de cualquier for
e donde no había estrellas, solo el brillo de la luna llena que ya se había despejad
pero sé que lo lograras... Lamento sí no podre gui
dado cuenta de algo: él no quería morir. Tenía mucho por lo que vivir; una familia
.
la roca en la que había recostado su cabeza. Parecía la silueta de una joven
espada con un diseño particular en su guarda era la que había pertenecido a su amigo; pero
en su mano, la joven cambió su inexpresivo ro
el moribundo sujeto frente suyo
. Todavía tenemos un