Por amor a los dioses
notó esto y tomó su mano de inmediato, él sabía que eso no cambiaría nada, pero, que ella supiese que él e
es supo que ella lo entendía. Fo
do. Sólo... ¿Quieres esperar aquí? -preguntó su abog
e tengas que
sto, sola -apretó su mano una vez más atrayéndola a sus
tió esa calidez de la que tanto había deseado tener. Se sentó en el último escalón del lugar
me quiero ir, no imp
el suelo, menos con alguno de sus trajes, pero, si era reconfortante para ella estar ahí, lo haría, mi
ás de tener una mujer embarazada, había algo más. Ella soltó un suspiro, exhausta de que otra vez le hacían la misma pregunta, anteriorment
-. En realidad, tiene una mujer embarazada de 4 meses, y m
mano en la cabeza de la chica-. Eres la mujer más hermosa e intel
ices porque te gusto y me
ve risa que apena
le-. Es por eso por lo que lo digo, porque me gustas y quiero
tando su mirada, ahí estaba otra vez esa
S ADAM, ESTAMO
ba que la misma electricidad recorría su cuerpo en esos momentos, era e
de tu vida, ¿
llevarte a la cama, no. No tod
us padres, me parece que hay pers
son mis padres, ellos me
burdel debiste apre
respeto a mis amigas -confesó-. Sólo
los brazos
o, muy a
un resorte en los pies, se puso de pie para voltear a verle. La mujer de 4 meses se encontraba a su lado, rubi
ostro de Adam y se colocó junto a ell
poco de aire -la mencionada saludó eleva
do su mano, agitó con
cierto. S
los ojos e
, pero, ella a
ún tema ante el juzgado para quitarle más dinero, sólo por tener u
sintió-. Por cierto, el cheque rebotó, me
ede se
Con el cinismo se atrevía a venir para seguirle pidiendo dinero, molestarla y burlars
billetes a Cameron-. Es un poco de cambio que me sob
asta el suelo, así como el de Olympia. Tomó por la ci
eso, ahora vendrá a pedir
a extensión de la palabra, no por otra cosa sino por la manera en la que se expresó. Una idea de A
ioso, ¿sabes? -comentó nerviosa
osas estén en su lugar y
se acercó corriendo a ella con unos cuantos pape
lympia, ¡l
ó incrédula-. ¿Ganamo
stro. Tenía dudas, y muchas se le estaban
u lugar y cada un
ro, definitivamente reclamaba no poder quedarse con la casa. Se aliv
l -Adam frunció el ceño-. Ad
ayos eres, pero, llegaste con mi
amantes -agregó en cuanto vio que él lo iba a acl
rguesas, pero, no aceptes las vegetarianas, las hace
ue inventara eso
ue tenías u
u mano-. Pero, vamos, les agradarás. Sólo
A mi abuela le enca
es y cómo es que
pia-. Es un listillo, fui
lympia y Leonardo quedaron
s a contratar
preguntó Leonard
.. El Sr. Hens
a en cada respuesta que decía, Leonardo tomó su mano asintiendo, confir
también lo estaba, no se le había ocurrido pedir un espacio para su sobrino en la empresa, no es como si hubiera una vacante disponible, los abogados se aferraban a no despedirse. Y ahora su sobrino, ahí, con ella. Nunca congenió con algun
dam se posó
arme -él asintió y c
de relación y sólo con acompañarle y brindarle su apoyo, además de darle trabajo
ia de la mujer con la que salía y tampoco es como si saliera con muchas mujeres. Es más, Olympia aún no aceptaba que ellos dos salieran, se preguntó si con
e 74 años con el alma de un joven, llevaba
azó-. No has comido much
je que no me vo
aciable -sus ojos entonces se fijaron en Adam, una vez más se hizo pequeño, ahogó u
rabajo. ¡En su empresa! -g
Si le preguntaba qué era de ella, no podía contestar que eran amantes, se lo podía
rlo -dijo extendiendo su mano para saludar, en s
o en esta familia -les dio el paso-. Y créeme que es muy
mos en la Preparatoria para que m
, ven Adam, déjame
de cerca. Olympia rio y se dirigió a la coc
os abrazos que le daban. Siempre tan alegres y hospitalarios con cualquier persona que ella siempre trajo a la familia. Es p
igió a su hermana que la
me ha dejado encender la licuadora, pe
i hermana mamá, 40 año
adre
sobre un chi
e al juzgado y luego Leo lo invitó a comer. Mamá, incluso pagó el penúltimo
ia que había en la mesa, le colocó ad
malo, tal vez sól
rer llevarme a
lar en la mesa, Olympia le enseñó la verdura a medio masticar, Claudia frunció el ceño-. ¿Y si es así qué? Necesi
asajeó lentamente-. Es decir, es lindo, lo es, pe
ojo -guiñó su hermana-. Yo te advertí de ese infeliz desgra
da hacia la cocina, Olympia estaba sentada en la isla comiendo ve
otella -dijo agitando la botella de vino mientras comenza
na altura, al menos este no te
mana-. Las copas están en la alacena, p
asi
sa diferente -volvió a asentir-. Llévate tam
z más
vamos a comer la lengu
tá peor si escuchán
-se acercó a abrazarlo-. Soy Claudia, y
ntes de que te hagan
egresa para que nos ayudes a llevar más cosas -volvió
eces, llevaba patatas con limón, ensalada, pasta fría y otros platillos más. Para el final, Olympia lo obligó a sentarse junto a ella y se puso aún más nervioso. Le sirvió
cantó, conoció más de ella en unas cuantas horas que en t
ajo a mi nieto, además de que la protegiste hace unas ho
s aplaudieron-. Tendrás que invitarn
día que ustedes
mó Claudia-. ¿Y t
gó en su propi
de Olympia bajo la mesa y ésta lo miró