30 días para reenamorarte
las torres Aphrodite el viernes y estampó el ramo sobre
Aaron Cowen, a sus treinta años, era editor e
sa a rayas celestes y blancas mal puesta
ra no
illas azules, perfectamente derecha, en s
l aliento, se apartó el c
esto es
do tantas flores ni siquiera para su madre, así que
nault se operó
lo. Había vibrado con el correo número trescientos diecinueve. Lo esper
dolera pesaba, los papeles se salían de ella y, como de costumbre,
ó que no soportaba los amoríos entre compañeros. Pero cuando Tamara Masson apareció c
stal, alcanzó la puerta de "Solo persona
o a la mesa alargada, los fotógrafos y coordinadores, Angélica Lemoine, las estilistas y las mo
ado, h
ue rara vez abandonaba su gimnasio al final de South Michigan Avenue. Esta vez tr
nce de la mañana, deber
, mirándolo sin pesta
dormir sabiendo que m
ce que Aphrodite no dependa de tu aspecto. -Le palmeó el hombro y lo
to escuálido, ojeroso y pálido; y daba igual cuán
ipo sacaba sus almuerzos, él continuaba retocando los titulares de la revista. Nadie los editaba como é
Wint
qué? -solt
, obvio no duer
¿
trozó,
aja, sorteó a los que trasladaban percheros y cajas, y atravesó el pasillo sin respirar. C
iciste,
s pedacitos por todas partes excepto en la pa
los brazos cruzados sobre la chaqueta de cuero y cami
dijo sin expresión
llantes desde su frente por la nariz hasta los la
renta y nueve dó
ra s
odio l
Qu
Todas las mujeres
s que me sa
de... -La vio tomar su fiambrera y reco
. Si me disculpas, quisiera disfrutar mis bu
nte del mostrador y vol
a, como si no lo sintiera acercarse. Hasta que Aaron
ía cansancio, decepción y ganas de
as! ¡Explícaselo a mi novia, que le da a
isteis d
tupidez? ¡Las rosas son un clásico! Pero ella no es clásica -
eras, te habr
onsejaste -repuso Aaron-. Po
icó su amigo- me pregunt
ró y apretó
egunto qu