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La Princesa y su Guardián

Capítulo 7 6

Palabras:1694    |    Actualizado en: 24/01/2022

rivada Lo

chusetts-Est

ces no es jus

ndique, boto y separo la basura en los lugares correspondientes, no voy a fiestas porque odio a los borrachos adolescentes y las peleas que siempre trae estar poco

ía solo

y se mueve exclusivamente por el dinero, y sí, también me odio a mí por no poder ser más que un inútil en situaciones que no puedo controlar. He sufrido tanto y he visto tantas cosas, que el suicidio

da que te dice o te invita a

ponerle fin a su sufrimiento. Por esa razón me convertí en un mercenario, para que los malos pudieran acabar con mi sin fin de sufrimiento, pero mientras más tiempo pasaba siendo un asesino, más práctica obtenía. Veterano de la fuerza aérea de Afganistán, me retiré hace 13 años. Eso fue después de mi último despl

lena y me estoy repla

Alena? -pregunto a la enfermera que está en la z

e no podemos dar esa información a menos qu

ás rápidas cada vez. Sabía que mi

muestro-, pero yo soy el guardaespaldas de la princes

que parece mentira -piensa unos segundos antes de revisar algunas cosas y de una gaveta, sa

ondo, sintiendo q

la tiene la princesa y la otra es esta -bajo la mirada a la llave-. Nadie puede entrar

egunto fríamente ocul

arlo usted mismo -sonrí

fía Alena. Llego a la habitación y paso la tarjeta para poder abrir la puerta, el clic que hizo me indicó que podía entrar, cuando lo hice noté que el pasi

bie

r primera vez en

ia abajo buscando algo más que el parche que ella tenía en su frente, presiono mis labios con fuerza al ver que tenía una venda en

aceleración rápida que tuve en mis pulsaciones.

ro, pero de verdad creí que no iba a pasar nada en el orfanato. Ha sido mi culpa y por mi descuido

n a caer en su hermoso rostro, hizo un sonido de dolor cuando lo

o in

mi interior se quema por su sufrimiento-. No, bonita, tú no tienes por qué sufrir. De verdad que no ha sido t

idos y eso si ha sido mi cul

on honestidad, solo dos de los cinco niños que estaban en el sitio salieron her

espalda y dejo de hacer fuerza en el abrazo-. Esto

lla sabe que la

belde -nos dejamos de abrazar, la miro a los ojos y limpio sus lágrimas con miedo a lastimar

sobre la mía-. Lo siento, Bastian. Siento mucho haberte puesto en un

o quiere ser cuidada, pero te daré la libertad que quieres bajo mi cuidado. Vamos a colaborar ent

mueca de dolor, tiene roto su

omisura de su labio haciéndol

s cuando besé su labio herido, suspiro cuando ella abre un poco la boca para besarnos,

y me ve con vergüenza-.

quí estoy yo para ti -me da un casto bes

en la mañana. Te prohíbo tener días libres para siempre. En vez de creer en que me iba a morir, pe

en mi corazón tú estas al igual que en mi mente. No quiero morir porque tendría que dejarte sola y honestamente no quiero -sonríe-. Me gustas a toda hora y con tu extraño mal carácter, me gustas porque eres tan centrada y cuidas de t

ue sepas que las lágrimas que caen

di un beso en la frente antes de acostarnos los dos en la cama. Tenía unos 10 minutos más de libertad c

alvo y segura e

ormida debido a los medicamentos, ya que el dolor era insoportable pa

nita -susur

r de tus sueños,

desc

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