Pinceladas
ncu
re y no dejaba de sonreír, sentado en mi cama no halle nada para hacer entonces vi en la esquina el caballete, con un lienzo en blanco y las pintura
s aquel papel donde me anoto su número y tomé el teléfono... los dos últimos nú
números para completarlo y encontrar el de Amy, fue una de las tantas ideas pero como
a podía ayudar mi alma inquieta, sola, triste... tan solo aquél día que mi voluntad era mucha y crecía mi valentía, aquél día que despierto de aquella agonía, y poder hablar con alguien después de tanto era la píldora perfecta... Un día luego de unos meses de salir de aquélla depresión y recuperar de a poco mi vida social, recibí una invitación de un viejo amigo, acepte ir entonces a un evento en el centro de la ciudad, lo tomé como una forma de po
la Pa
¡A
o!, estuve espe
to –sonreí. Avergonzado–, p
abajo, los quehaceres... pero
mi encierro, gran p
e son
onrisa cálida asoma en sus labios–, ¡pero o
ás acompañad
alí po
copa y busquemos una m
ado en este momento, por tanto mejor disfrutemos la noche
tá
a uno comienza a despedirse hasta quedar solo en su co
día en el café te veías muy mal, irradiabas tu dolor,
no imaginé fuera tan grato, tú compañía aquél d
minas de contarme tu historia! Pero para evitar que vuelvas a
ertemente–
rta y antes de subirse me dio un abrazo, m
do volve
a apreté fuert
smo di
sube al taxi, y por l
ra mi l
camino nuevame