Skyfall © - Parte I
ste, sonrió al mirarme, puedo jurar que casi chilla de emoción cuando corrió hacia mí y se me abalanzó
enga un solo rasguño -bromee con una sonrisa y est
il -me miró y
ñé, Jessica -le miré con
tu preciado auto -se cruzó de brazos y yo volví a tomar mi m
el entr
nté mirándole y esta me m
on Thiago -se dio la vuelta y caminé h
te agradecí pues las ganas de volver a manejar mi auto eran grandes. Subí al asiento del con
Jessica con el embarazo y la pérdida de su padre. William con la perdida de su esposa. Jessica, junto a Ingrid, se habían quedado en c
cida que estaba conmigo por haberle salvado la vida a ella y ahora a su hija. Había noches cuando recién había llegado a Los Ángeles donde me llamaba l
de mi vida por ella, no era el que no hubiese hecho nada ante el hecho de que su vida estaba
de la distancia. Dos personas que lo habían perdido absolutamente todo en un mundo donde tuvieron que estar
la. Me ayudó a saber dónde est
la persona que me había arruinado por completo. Irónico como en la ciudad más pobl
n Thiago? -pregunté
tro, casi olvidando por un momento la pers
ojos verdes. Miraba hacia al frente embobada mientras balbuceaba y movía sus pequeña
le cuando la p
a sonriendo mientras extendía su brazo
ntonces Jessica carcajeó. Yo igual lo hi
uien -sonreí y entonces Jessica me
a la pequeña sonriendo-. No caigas en sus encantos, Eliza,
a carc
peté entre dientes y esta me mi
rogonas como con las que te acostaste en Los
stuve con otras chicas? -l
e en su asiento, colocándose el cinturón-. Soy una rubia que pue
que pudiese hacerlo esta m
acostándote con chicas de es
Suspiré, encendí el auto y arranqué. Cuando salimos de
en automático la sonrisa desapareció cu
, pero ningun
de la bebé. A lo que tenía entendido, era la semana que le correspondía a Thiago para cuidar a Eliza. Así funcionaban Jessica y él, lo que me había contado ella era que Thiago había sido un gran apoyo para ella, había sido totalmente responsable de la pequeña. No había re
Me había dicho que por ahora ella solamente quería dedicarse a su hija. Incluso me comentó sobre buscar alguna manera de estudiar, cosa que
er que madurar de una manera sorprendente. Creo q
cio, subió al auto. La
? -pregunté
zo una mueca lad
to, pero creo que para ti
entrecejo
nté mirándole sin
que te lo diga? -alz
saberlo? -cuest
Respiró hondo y
ue quieras saber o no -volvió
más, tratando de encontrar al
no me lo digas -dije como respuesta y esta se mantuvo mirándome,
uso el cinturón y
si mi mente tratase de desci
a mí mismo. Miré al frente encendiendo el au
dentro para que todos los recuerdos vinieran a mi mente. Sentí que mi mano se apretó alrededor del a
muebles, todo estaba ahí a excepción de las cosas personales. No había querido llevarme ningún recuerdo d
lado, no había ni un solo rastro de los rayos del sol. Quizá podría aprovechar el día para ocuparme de unas cosas, así podr
llo, la estancia, las habitaciones. Mis ojos fueron directo a aquel punto de la estancia donde antes yacía el piano. Ya no estaba.
, como si nunca hubiese pasado. Quise reír. Claro que había pasado porque era una d
o este de lo exasperado y ansioso que me se
salí ya listo, tomé las llaves, tomé una carpeta con papeles que necesitaría en aquella salida y salí del apartamento casi azotando la
. Compré lo necesario para un mes, probablemente no duraría mucho tiempo en ese lugar y terminaría yendo a otro apartamento. No necesitaba quedarme en un lugar donde los recuer
ui a ver
n minuto después abrió la pue
-dijo con u
a casa me abrazó. Lo hizo fuerte y por un momento me pregun
espués al separarn
ti, vino por tu auto -comenz
en los bolsil
la oportunidad y la aproveché
su pequeña hija -sonrió d
dre y luego la llevé a su apartamento -solté un
brazos-. Oh eso no es problema, hijo -rió dando dos palma
dirigiéndonos a su despacho. Al entrar este se sentó detrás
Por cuánto tiempo vienes? -
colocándolos en el
s relamiendo mis labios-. Lo mejor que se
undos, asintió y se
ltó con cierta
sus manos en su abdomen. Me di cuenta segundos después de qué era lo que miraba
me y colocando mis codos sobre m
hijo -trató de s
Cualquier otra persona siquiera me hu
locó a la par del escritorio-. Tú no les dijiste que lo hic
amenazarme a mí -repuse a
ron a William que les dijera donde estaba. En el proceso terminaron matando a su esposa, quien reposaba en cama debido a
o solo se formó una mueca en sus labios-. A veces pienso que era lo mej
lo hizo. Quizá tenía razón, quizá había sido mejor para ella, pero no
ole después mirando un punto en la pared-. Ella fue
rando el techo por unos segun
ués mirando hacia las puertas del despacho-. Te llegó a querer como un hijo.
entí. Lo sabía, ella me lo había dejado cl
imos discusiones respecto a eso, me dijo que no podía permitir que
ia enfrente sobre la made
mucho menos resentimiento. William era un buen hombre y me había apoyado de maneras diferentes e
-preguntó de repente t
a su nombre y sabía
ofá, respirando profundo y después dejando salir todo
mirarle-. Y tampoco es algo que me i
se daba ni una mínima idea de todo lo que pasaba por el
drán que hablar de qué fue lo que pa
asi am
a -volví a decir
él ni nadie más lo haría. Lo que había pasado se iba a quedar así, nadie lo
eloj en m
dole de nuevo-. Venía a sal
la puerta y cuando baj
en, ¿no crees
amente,
urrido, ahora tenía la oportunidad de hacerlo al menos de manera presencial por tres meses. Cuando llegara el tiempo de volver a Los Ángeles lo se
ra temprano, aunque yo sentía que ya había pasado todo un día entero. Entré de inm
acomodó lo
carpeta con los papeles-. Vengo a entregar mi certificado
peta la cual le acerqué. La tomó, la abrió y sus ojos comenzaron a
irándome por encima de sus lentes y asen
mi garganta-. El comp
carpeta co
fijo en la pared metiendo mis manos en los bolsillos del abrigo. La mujer siguió tecleando, al mismo tiempo qu
tos o un poco más, la mujer me extendió la
toda la documentación como comprobante de su pag
a para dar un rápida escaneada a
aticé dedicándole
ugar, hasta acercarme a las puertas para salir de ahí en busca de mi auto. Hacía mucho tiempo no pasaba por aquel lugar,
ra, como si alguien le estuviese empujando para entrar. Justo en ese momen
é la mirada me percaté que
ó a decir, pero cuando su mirada sub
bién l
ento al ver lo que mis ojos estaban presenciand
el verde de sus ojos. Llevaba el pelo corto, muy corto, quizá un dedo por encima del hombro, pero se l
a hablar, pero na
la estaba aquí.
ya era antes. Sus pestañas igual de abundantes haciendo resaltar sus ojos. Sus labios al igual que sus mejillas lige
tos meses sin una señal de ella, sin verla, sin esc
alejarla de mí, pero al mismo tiempo abrazarla y preguntarle por qué lo había hecho. Dolía verla, dolía mirarla ahí frente a mí sin poder hacer nada más que pensar en to
ensar en lo mucho que hubiese deseado que jamás se hubiese cruzado en mi camino. Jamás iba a p
cir con voz tembloro
de ella, no necesitaba hacerlo tampoco. No miré atrás, aunque sabía que probableme
is manos estaban hechas puños, quería golpear algo, necesitaba salir de ahí. Había sido una pésima
e había destrozado, la persona que me había humillado, utili
t Bo