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El hilo rojo

Capítulo 3 Mi mujer.

Palabras:3265    |    Actualizado en: 01/09/2021

ormación que tenía en el escritorio de la oficina, tenía una foto de ella. Tomada por las calles de Nuevo York, su rostro era de una niña dulce, sonreí con alegría, mientras caminaba como si la

ado que resaltaba las curvas de sus piernas; sus zapatos cómodos de color bla

a enfrente no me atrevería a preguntársela. Ella estaba baja de una droga mejor dicho estaba bajo los efectos de un afrodisiaco que despertó su apetito sexual, mire los papeles en búsqueda

unque no se veía las caras ya que estaba de espalda, era que estaba con dos niños, e

?— levante la foto en donde es

a en Nueva York; nadie se debe enterar de lo que e

la oficina, aún tenía la foto de ella con los niños en

lla no fue así; no sé por qué lo hice sin condón, pero algo estaba seguro es que esa chiquilla me conquisto con solo su presencia. Esa atra

durante estos años ninguna

*

día eludirlos ahora ni eso puedo. Más difícil es llegar a casa para ver a mis hijos, Daniel y Daniela. Los mellizos son muy traviesos no se

mis audífonos y me concentré en lo que tenía al frente una hoja en blanco esperando el siguiente diseño. Comencé hacer mi trabajo dibujar un hermoso vestido. En mis oídos se escucha Rihanna, con su

— respondí

etaria favorita sabia como despertarme

a ahora — termine de darle sombra a

or favor. — negué divertida mie

; al darme vuelta encontré a dos hombres, uno de ellos estaba sentado en uno de mis sillones con una sonrisa en su rostro la cual no me m

ganta para parecer lo más profesional posible. — Te lo he dicho lo tu

por los del bar — lo mire desafian

os hombres imponentes que se encontraba en mi espacio. Por alguna razón el ho

ojos verdes clara me miraba de arriba ab

, su voz ronca y profundo causo un estremeciendo intern

ñor…— levante una ceja par

e recorrió mi cuerpo, sus manos cálidas y gran

or delante — lo halaga, quien no; es un tiburón

cto de telas en la ciudad de Paris para una gala — volvió a se

as hay una de nuestras sedes de producto, podemos ir

del sillón abotonándose la

trayecto, al entrar al edifico se puede ver la perfecta decoración en colores cálido acompañados con un dorado, mientras las telas estaban en un lugar en donde podía verse sin ninguna objeción atrayendo a la vista de los clientes con tanta elegancia y armonía. Era una de las sedes en

esde seda, como algodón entre otras telas. — le mostré

as — concluyo después de la visita. — Me gustaría

en cuanto tengo el contrato me lo puede enviar para revisarl

cio de nuestra cooperación muta. — mire sus ojos

rá del contrato — le sonreí con malicia —Pero la cena,

ita Blaster; encuentro muy cálida y reconfortante su compañía

ión, su secretario. — No tenemos en donde quedaron esta noche, aún ti

oteles. — lo miro divertido, al parec

la mayoría de las personas son turistas. — me atreví a i

zo la desentendida; te rebajare el sueldo por traidora. Le sonreí al señor Walter, el cual me la devuelve con calidez; volvimos a la oficina en donde el señ

io tiene 28 años de edad, ha forjado un imperio desde la edad 17 años, después de que su madre muriera en un secuestro, desde entonces no se supo nada de la familia Walter hasta que el pequeño Zack tomo el poder de las empresas de su padre y la unió con una cooperación que estaba ganado terrenos en los negocios, resulto ser que el

Smith, tomé mi celular buscando información de su relación la cual está más muerta por que el señor Walter

cuando obtenga lo que

*

de la señorita Blaster!? — pregunta mi secretario e

uto rumbo a la empresa. Al llegar me encontré con una escena no muy

opa, también es Gay, así que no te deja llevar

ecía un niño que le acaba de quitar un dulce, su dulce favorito. Vi como mi secretario salía del auto para abrirle la puerta en donde me encontraba, al verme me

vo su día!?— pregunto una

e tal!?— miraba por la v

rojó se producía en sus mejillas. — Vera mi pequeña familia se reúne hoy en casa, celebraremos una pequeña velada por el

e la mujer de esta mañana, no pude evitar sonreía con diversión. Tome su mano con la mía, deje

añarla en su velada.

casa pequeña no era tan grande como lo esperaba, una música se escucha no era tan fue

uedó callado al vernos, volvió la vista a la mujer confundió por nues

Paris, el hotel está repleto, ya sabes por la época de turismo — le qu

efriarán. — nos hizo pasar la casa. — usted

les, una mujer nos indicó cual sería nuestras habitaciones, note dos habitaciones con la puerta decorada; una estab

*

a no es nadie. La muy maldita perra tenía un imperio formado ahora después de desaparecer tres años, la estuve b

ierda!? — pregunte a las dos mujeres que están senta

tra claramente que disfrutaba del hombre que estaba en la habi

o cuando la noticia lance su video por todos lados

una línea de envió para que llevara el paquete. Después de disfrutar de los placeres del sexo, me fui a un bar. Buscar

freces!? — pre

ta y vine a ver que te pasa

sta. — un hombre alto me

o de nuevo te hare sufrir de la peor forma posible; camino por la calle para mi mala suerte fui atr

su dinero para fin de meses puede darte por homb

*

eses de

as compras de la empresa, la contaduría debía ser llevada cada día, Daniel es un buen c

e el celular que me

uche la voz de Celeste atravesó

labios, me levante de la silla dirigiéndome a la ventana, mientras te

gustaría cambiar una clausura en

olongado se ínstalos en nuestra conversación,

e momento!? — pregunto de

e la puerta que estaba a

tida con un abrigo de tela color hueso, desabotonado. Una camisa color rojo con un leve escote en su pecho, una

sin tocar, espero que no te moleste — me sonrío

ar algo!? — pregunté, volv

s de la clausura del contra

y nos llevamos muy bien. Había hecho la investigación de su vida en Nueva York, algunos no quisieron hablar, pero la muestra A

o se acomodaba en la silla de f

contrato, ¿¡Verdad!? — la había notado

orprendido. — mira sé que suena mal, pero ambos ganaremos yo consigo lo que busco

la mire con compresión —¿¡Que es lo

l por qué. — si el dolor fuera persona,

no a sus mejillas acunado. — Te ayudaré con una condición. — en sus ojos la confusión brillaba. — cuan

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