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Mi Último Deseo: La Traición de mi Prometido

Capítulo 3 

Palabras:1141    |    Actualizado en: Hoy, a las 19:01

ista de Ji

publicado en el foro en línea de la universidad, reclamándola como propia. Había si

e talento que mi familia había intentado extinguir implacablemente. Había apoyado mis proyectos, elogiado mi visión única e incluso me había ofrecido un codiciado lugar en

intrincados detalles del diseño, los marcos teóricos. Karla, como era de esperar, tropezó. No podía exp

inundaron el foro. «Esto no suena para nada al trabajo de Karla». «Ni siquiera pued

o forestal de indignación digital. La int

do mis debilitados miembros, pero él lo ignoró. Estaba cegado por su rabia, por su ferviente necesidad de proteger a Karla.

ñalando a Karla-. ¡Arruinast

una única y agonizante pregunta resonó en m

nces un joven y prometedor empresario, había estado allí, un faro en mi oscuridad. Me había envuelto en su saco, sus ojos llenos de una ternura que nunca había conocido. Me había llevado a

a susurrado, sus palabras un bálsamo para mi alma destrozada. «Siempre te cuidaré». Odiaba la forma en

iempre luciendo frágil, siempre necesitando la atención de Alex. Se apoyaba en él, le susurraba secretos, su delicada mano siempre encontrando su brazo. Su

verdugo. Pensé que ya era inmune al dolor, que mi corazón estaba demasiado entumecido para ro

ndome rápidamente. Mi tiempo se estaba acabando. Les daría lo que

nas audible-. Yo plagié l

sus ojos se abrieron con sorpresa. Mis padres me miraron, luego se mirar

ndo hacia su pecho-. Por fin te preocupas por

na mirada de sufici

azón. Solo necesitaba un empujón

llo de algo parecido a la culpa los atra

cargaré de ti. No tendrás que preocuparte por nada. Incluso si no pu

Hablaba de un futuro que nunca vería, una vida que nunca viviría. El f

ntensa mirada calculadora, de repente sacó su teléfono. En

z todavía goteando con lágrimas fal

a cámara

uinar mi vida! -gimió, su actuación digna de un Oscar-.

aban, sus ojos fijos en

ojo frío e insen

-susurré, mi voz quebrándose-. Pi

rrió la habitación. Tenían su confe

o vibró con notificaciones. El mundo en línea estalló en una tormenta de condena. «¡Jimena Garza, la plagiadora! ¡Qué vergü

ndome", pidiendo amabilidad, retratándose a sí misma como el epítome de la gracia bajo presión

tunidad. ¿Crees que puedes competir conmigo? ¿Crees que mereces su amor? Son to

a de mi espíritu. La miré, la malicia pura y sin adulterar en sus ojos, y supe

sintió como un abrazo bien

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