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Descubrí su testamento, fingí mi muerte

Descubrí su testamento, fingí mi muerte

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1582    |    Actualizado en: 17/12/2025

io, descubrí el testamento de mi

, Sofía. Mi vida era una mentira; yo solo era un reemplazo,

igí el divor

¿Y crees que simplemente

uestro bebé. Luego Sofía, su amante, apareció en mi puerta, confirmando mi

o en su cama, usando la pijama que yo

bebé también tenga

ecía a ella. Mi hijo esta

dentificada por mi anillo de bodas, había muerto en el incendio de una clínica. Pero

ítu

sa

eguro de Alejandro, ese que juró que era solo para negocios. Yo sabía la contraseña. Nunca la cambiaba. Era

testamento. Su última voluntad. Y le dejaba todo, cada uno d

protegida. Se me revolvió el estómago. Siete años. Siete años de mi

icional. Sin familia. Solo una ceremonia rápida en el juzgado y un documento que aseguraba que me iría sin nada. En ese entonces lo ignoré, ebria de lo que creía que era am

ante siete largos añ

, estaba claro. Yo no era nada.

rió con un crujido. Alejandro estaba all

? -espetó, su voz como el hiel

blorosa pero firme-. Era nuestro

la cerró de un golpe. Sus dedos volaron sobre el teclado, camb

a voz plana-. Es una contingencia. Para la

no es una fundación, Alejandro. Es un fideicomiso. Para Sofía Montero, personalmente. -Mi

descifrable en sus ojos antes de que f

un malentendido, Eli

é, con voz firme-. Se aca

sonido corto

te te vas a ir con mi hijo? -Sus ojos se entrece

acia la puerta, todo mi cuerpo

fijamente, su

ntirás. -Se dio la vuelta y se fue, la puerta cer

e hinchado. El bebé dentro de mí pateó, un suave alete

. Ahora. Agendé la cita más próxima en la clínica. Esa que Alejandro h

iar a este niño? La idea me provocó una punzada de dolor, un dolo

l rostro de la d

ara ti. Y para el bebé. -Señaló la pantalla del ultrasonido, un pequeño pie pat

ña vida perfecta. Mi bebé. Mi hijo. Las palabras

rciéndose en mis entrañas. Pero tenía qu

forzando mi v

labra un susurro

nica confirmada». Mi celular vibró en mi mano, un bloque de met

o que había conocido en algunos eventos de c

le-. Pero tienes derechos. Podemos luchar contra esto. Pod

beza, aunque él

a-. No hay bienes matr

adquiridos antes de nuestro matrimonio o canalizados a fideicomisos separados. Mis propios ingresos, miserables en comparación con los suyos, apenas habían cubierto mis gastos

to, cada frase casual sobre nuestro futuro compartido, había sido una mentira. No quería una esposa; quería un recipien

amarga se

a mí. -Mi cuerpo temblaba, pero una extraña resolución se apoderó de mí

án v

rmas de impugnar algunas cláusulas. Es

. -Mis manos temblaban mientras firmaba los documentos más tarde ese día, mi ira una llama

sma había diseñado para él años atrás, pensando que era para mí. Él había dicho: «Es un regalo para alguien verdaderamente especial, u

ado» con un negocio crucial. Más tarde, descubrí que había estado en una exclusiv

tes. Para la próxima generación». Yo había puesto mi corazón y mi alma en ello, trabajando durante mi recuperación, superando el dolor. Solo ahora, al ver el documento del fideic

labios-. Soy arquitecta, ¿recuerdas? Tengo mis propios ingresos. No será

an ciega. Me había tomado por tonta, haciéndome creer que ser su esposa, vivir

abdomen. No, no, no. Ahora no. Aquí no. Me dobl

jo nonato, las lágrimas corriendo po

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