icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

El Matrimonio Transaccional: Su Amargo Ascenso

Capítulo 4 

Palabras:1021    |    Actualizado en: 12/12/2025

suelo frío y duro de otra habitación. Las luces fluorescentes de arriba parpadeaban, d

de Kennedy. Ella se veía pálida, pero por lo demás perfectamente bien. Ni un rasguño, ni un moretón. Mi mente r

nte, descartando mi forma arrugada sin un ápice de emoción. Era completamente ajeno a mi

iones. "Kennedy se siente un poco débil.

me de una mesa de operaciones, con una hemorragia inter

io?", logré decir, con un

lviendo a Kennedy. "Mencionó tu sopa de

reparé cuando tuvo gripe, la única vez que había mostrado un a

, traición y humillación, finalmente rompió mis de

Gregorio? ¿Soy solo una chef? ¿Una distracción conveniente? ¿Ni siquier

de cirugía! ¡De una cirugía para salvarme la vida! ¿Por su so

stro permaneció impasible, u

petulante en su rostro. "Ugh, Gregorio", se quejó. "E

a ella. Le acarició la frente, su voz tranquilizador

a plana. Era fría, aguda, cargada de amenaza.

oluto y escalofriante desprecio en sus ojos. No quedaba amor, ni pie

na frágil rebeldía ante su

ías?", dijo, su voz peligrosamente suave. Se volvió hacia los dos corpulentos guardaespaldas que est

ientras los guardaespaldas se movían hacia mí.

mi cuerpo roto del suelo. El dolor era insoportable. Mi visión nadaba. La oscuridad

a cada paso. Luego, una pesada puerta de metal. Se abrió con un estrue

a castañetear incontrolablemente. Las heridas en mi cuerpo, ya en carne viva, ahora se sentían como si

e cualquier herida física. Mi hemorragia interna, ya severa, protestó violentamente. Podía sentir el calor de mi propia sangre empapando mi ropa,

ré cualquier cosa! ¡Solo déjame salir!". Mi voz era ronca, las lágrimas corrían por mi rostro, congelán

ásperas, me sacaron. Mi cuerpo estaba entumecido, mis labios azules. Me

mblorosas, torpemente manejaban los ingredientes. Me movía como un robot, cortando verduras mecánicamente, revolviendo la olla. Cada m

nte a la habitación de Kennedy. Gregorio todavía estaba allí

a los guardaespaldas. "Llévenla de vuelt

nsamiento era un eco distante. Me empujaron a otra camilla, el me

rramaría por Gregorio Henson. Mi corazón, lo que quedaba de él, se endureció hasta convertirse en un escudo impenetrable. No má

Obtenga su bonus en la App

Abrir