El lazo de medianoche
de datos financieros. Había un placer punzante en la negación: concentrarse en los miles de millones de dólares en juego e
concentración, ahora parecía conspirar en su contra. De repente,
la zona de descanso del personal. Al llegar, se detuvo, fingiendo estudiar la pátina de un jarrón ming. Su mente trabajaba a toda veloci
que su presencia en la casa fuera tan real c
ento y jovial, se acercó, int
Montez terminó temprano hoy con Doña Elena. S
ional. ¿Un recado? ¿Un recado personal? Era absurdo q
uedad de un informe anual-. Solo reviso la decoraci
correos electrónicos y a ignorar el impulso de preguntar a su asistente personal
ma, más peligrosa. Después de la cena formal con Doña Elena, Aa
ó. Necesitaba estirar las piernas. Y necesita
ena ya dormía. El personal de servicio se había reducido al turno nocturno
de su madre. La lu
, leyendo un libro de bolsillo, con una manta ligera sobre sus rodillas. Había una taza de té humeando
l, su presencia -aunque sil
n sobresaltarse. Su reacción
do el libro con suavidad y po
ente. Su voz era más suave de lo que pretendía
nda para mañana antes de retirarme. Y yo
e le había asignado un cuarto en el ala de invitados hace sem
para las terapias mat
reguntas no formuladas. Aarón no p
os informes personales... ¿algo sobre la histor
abio. Aarón notó el gesto; no era
respondió Valeria con cautela. Sus ojos oscuros no mentían, pero su boca mant
o el libro que ella estaba leyendo: una recopilación de mitos y leyendas anti
isioterapia -comentó Aarón, intenta
ió una pequeña
tante tener un mundo que no ten
ndo es de
plicó, mirando el suelo de mármol pulido-. A veces, lo que creemos que es só
sión reciente de una historia más compleja. ¿Se refería al
as -dijo Aarón, su voz retomando su tono
cho sólido? ¿Un riesgo oculto, una promesa rota? Lo que le da valor a un negocio
la máscara de la adulación, y la primera que lo desafiaba con filosofía, en su propia
arón, usando su nombre por primera vez con i
iado por él pareció hacer que
de mi asistente para la agenda de Doña Elena, no d
la. Su calma era su arma, y Aarón se dio cuenta de que si quería penetrar esa barrera, tendría que ha
or el secreto de la "Propiedad Oculta" de su familia