Amante Fatal, Justicia Inevitable
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n trasplante, pero el riñón que necesitaba se lo robaron para dárselo a
o usé para humillarla públicamente en una gala benéfica, donde él g
ndó a golpear, sino que tomó el collar con las c
me cayó" ,
ñó de rojo. El dolor se convir
Heriberto, me rescató. Me dio el poder para transformarme
e renombre internacional, lista para la úl
ítu
lia
lma. El hospital olía a desinfectante y a desesperación. Ella estaba c
una regularidad agonizante. Cada latido era un rec
de vida y color, colgaban en las paredes de nuestra
abía llegado sin avisar. Un tr
Un video. En él, Pilar Muñoz, la esposa de Lázaro Mo
onvirtió en una rabia líquida. ¿
ombre se grabó a
ente. Él conducía imprudentemente. Eladio, mi mentor, mi segun
ra como un fuego purificador.
ebrería. Mi taller era mi refugio.
ndo las mías. Su risa resonaba en el taller. Una risa
re que había matado a mi mentor. El hombre que
sesión con Lázaro era enfermiza
io de conveniencia. Él la veía supe
a. Un castillo de naipe
ma que lo perseguía. Intentaba expiar
o. La única que podía replicar su estilo
ohol, tropezó en el bar de su man
e Lázaro me abría la puerta. L
. Este lugar, tan lleno de lujo, tan lleno de secret
udio. Botellas vacías rodeaban su
a mía. Había sorpresa, reconocimiento,
ia era imponente. Un hombre roto
como si esperara ver una chispa entre Lázaro y
Su cuerpo, pesado y c
-dije, mi voz sua
mi cintura. Su aliento
llegué aqu
or su cabello. Podía sent
sus labios. Su piel
té, mi voz teñida de
, ahora tenían un brillo diferent
on los míos. Elardio. Murmuró
en mis labios. Elardio, sí.
té suav
ije, mi voz ap
de conciencia en sus oj
rta del estudio