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Gardenias y su último adiós

Capítulo 3 

Palabras:666    |    Actualizado en: 26/11/2025

sta de Elen

tenía atractivo. Incluso el olor me revolvía el estómago. Yacía acurrucada en mi cama, las sábanas enredadas a mi alrededor, deseando un

or resonaban en mi mente, un tamborileo incesante. "Necesitas decírselo a tu familia, Elena. Esto no

enas un susurro. El doctor había desviado la mirada, su

sesperada, pequeña y parpadeante, me instó a llamar. A decírselo. A romper este

zón de voz. Había colgado. Mi esperanza, tan frágil como era, se hizo

er esto sola. Mis dedos, temblando ligeramente, enco

bre, su voz llena de su

onda, chula?

mi voz quebrándose-

n. César, con su energía ilimitada y su encanto fácil, siempre había chocado con la rígida formalidad de Franco. Franco veía a César como un deportista poco refinado, u

las estériles paredes blancas del hospital. Las cabezas se giraron mientras caminaba

voz baja, sus ojos escudriñando mi ros

cabeza, evita

. un cheque

Salía tan fá

la de infusión, el goteo constante del suero un extraño consuelo. El calor de la manta, el bajo z

taba vacía. César se había ido. La en

o ha terminado. No debería h

o era

voz espesa por el sueñ

sión se

iño. Lo

entras retiraba la aguja, dejando un peq

a de pruebas. Mi estómago gruñó, un dolor hueco. Me sentí mareada, el pasillo blanco

ces cuand

o. Y

envuelto protectoramente alrededor de ella. Su rostro era una máscara de ternura, su ceño fruncido por la pre

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