El último adiós de un monstruo
Perspe
os recuerdos, todo el dolor, pero esta vez, se sentía como una puerta cerrándose, no atrapándome, sino liberándome. Un
gre me envolvieron. Mis colegas brindaron por mi éxito, sus sonrisas genuinas, sus elogios una cálida
silencio. Mientras me lavaba las manos, mi teléfono vibró con un
sobre los hombros de Brenda. Ella se inclinaba hacia él, su cabeza descansando en su hombro, una sonrisa
en realmente me entiende. Algunas personas simplemente es
nera en que podrían haberlo sido hace semanas. Ahora, era un dolor sordo, una confirmación de lo que ya sabía. Se veían t
podría estar más de acuerdo, mi
compartir. "Elena", decía, con los ojos serios, "compartir nuestras vidas, nuestros sueños, nuestras alegrías más pequeñas y
eitado en ello, creyendo que este compartir abierto e ilimitado era una señal de un amor que duraría para siempre. Compartía un chiste que había o
ustraciones eran "exageradas". Mis triunfos eran "suerte" o "no es para tanto". ¿Y su vida? Su vida se convirtió en un libro abierto solo para Brenda. Sus malos días eran para q
mi colega, Sofía, desde fuera de la puert
ndo la imagen intrusiva de Carlos y Brenda. No iba
grupo. Las risas estallaron cuando el flash se disparó. Vi la foto aparecer en las redes sociales minutos después, etiquetada por una docena de ami
, mientras se ponía una camiseta. Luego, se acercaba a la mano de ella, descansando posesivamente en la parte baja de su espalda desnuda antes de retirarla rápidamente. La des
l cuchillo. Llevaba meses haciendo esto, sutilmente al principio, luego más abiertamente. Fotos de ella cocinando en mi cocina, dejando
tima indefensa, la que necesitaba ser salvada. Nunca la vio como la titiritera calculadora que
. Carlos. "Elena, sobre tus cosas. ¿Cuándo v
Brenda quiere instalarse. No nosotros, no yo. Siempre e
n nuestro primer viaje juntos, sobre la encimera de mi cocina. La mano de Brenda, adornada con un delicado anillo qu
s compartidas. Y ahora, su mano, su anillo, profanándola. Una ola de ira posesiva, caliente y aguda, me invadió. No
lena, de verdad deberías venir a recoger tus cosas. Brenda
rovocación deliberada. Me estaba provocando. Y
ría abrirlo. Sabía, con una certeza espantosa, que lo que fuera que estuviera en ese video sería peor que cualquier cosa qu