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NOCHES ROJAS EN RUSIA

NOCHES ROJAS EN RUSIA

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Capítulo 1 ENTREGADA

Palabras:1929    |    Actualizado en: 05/11/2025

TO

quier grito. Me siento en el sofá de cuero, mirando fijamente el mármol pulido. Fab

milia y a nuestros negocios -dice él, y siento un escalofrío en la espalda. Sé

asar -suelt

o varia

no hay nadie en mi

ia adelante, y la luz de la lámpara

La boda será muy pron

visible. Antuan Morosov. El nombre me evoca una imagen instantánea: piel arrugada,

testa-. ¡Es un anciano! Tiene la edad de mi abuelo si viviera. No voy a casar

mano. No es un golpe fuerte, pero es sufi

, y la furia en su voz

con esa frialdad

Es un acuerdo. Un negocio, Antonela. Tu matrimonio sella nuestra alianza más importante en diez a

viejo? -pregunto, sintiendo las lágrimas

s grande -concluye Fabrizio, dando por terminada la d

esesperación, esperando que, por una

ara alejar las lágrimas que nunca se permite derramar. Gira el rostro ligeramente hacia

imploro co

a! -truena Fabrizio-. Ella es leal

orir! -grito, olvidando cualquie

una fuerza brutal. El sonido resueña en el despacho. Caigo hacia un lado, tropez

acción, una señal de protesta. Ella sigue sentada en el sillón, su rostro es pálido, pero s

stá de pie

astigada en tu habitación hast

la, pero el dolor más grande es el de la decepción que me causó mi madre, Ania, que si

rimas y la rabia fluyan sin control. Mi mejilla está hinchad

on amargura:

ley fundamental de nuestra existencia: los padres venden a sus hijas por la mejor transacción. Es

padre desea desesperadamente: conexiones políticas. El hombre se mueve en las grandes esferas

os mortales, los más peligrosos, y nos disputamos el control total de los territorios de droga, armas y

poder de aplastar finalmente a la Mafia Negra con una influencia decisiva. Soy solo un

tá en mi sangre, por mucho que mi madre la haya abraza

uelo de mármol frío. Siento náuseas. La idea de casarme con Antuan Morosov me asfixia. Él tiene má

nvenido-. Prefiero morir antes de ser la esposa de ese vi

No me importa la política, ni la Mafia Negra, ni el estatus. Mi principal negación es que no lo quiero. No hay amor, ni re

o, cualquier cosa que pueda darme la paz eterna, la

entra en la habitación. Su rostro es una máscara de preocupación, pero

ándose despacio-. Por favor

rostro se deforma por

ómo, mamá? ¿Cómo fuiste capaz de quedarte ahí y ver cómo me golpea

es me miran con una tristeza v

ir, Antonela. Es la

entregaron a él como una posesión, como un trato! ¿Y ahora permiti

ojos por un in

as de cambio -su voz es dura, sin afecto, como si recitar

me hace más grande que ella-. ¡Yo no voy a aceptar la vida que tienes tú! ¡Si tú te conformas

n poco la voz por primera vez. Hay advertencia en su

o no voy a ser tú. ¡No me voy a convertir en la esposa obediente

na mezcla de lásti

i desafías a tu padre, te irá peor. Mírame. Tranqu

uro! -grito-. ¡Pre

ra. Ania palidece por completo, enten

orror. Por fin, veo una emoción cruda, no reprimida, en sus ojos: m

Me quedo aquí y espero que ese hombre me use y me consuma hasta convertirme en la

mirada, sin poder

es defensivo-. No sabes lo que sacrifiqué pa

sición! ¡Quiero m

e años de resentimiento familiar. Mi madre parece fi

sea a regañadientes-. No te pido que lo aceptes, pero tienes que sobrevivir a esto. Tienes que casarte si quieres vivir. Si

me resigno

-. Sé la esposa que él quiere que seas, pero encuentra tu poder en ese matrimonio. Morosov es viejo. No vivirá para siempre. Y c

bras. Mi madre, la sumisa, me está dando

susurra Ania-. El camino es largo, pero la paciencia te con

dea germina en mi cabeza: no es una ren

a un asco indescriptible. Tener que entregarme a ese viejo... me lleva directa

momento, mi c

lejando por un momento la rabia y el asco. Su mens

princes

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