Punto Cero: Mi Huida del Don de la Mafia
ía
de un triunfo sedoso. -Es exactamente como te lo describí, hace tantos
recitó Dante, su voz un murmullo grave. Palabras que ella había
a su pecho en fingida s
defensas que no había visto en años. -¿
para eso -objetó ella, sus ojos
o instalándose tan pesadamente en
r el menú. Vieiras a la plancha, risotto de trufa, una bo
, una calculada actuación de lástima que se sintió más como un desdén-.
mesa hacia mí. -No sé q
o carne. Me sentí borrada, como si los últimos tres añ
mpujando mi silla hacia
o a los lavabos de mármol, su refle
hilo sedoso y venenoso-. Un voto de honor. No tiene nada que
candelabro de cristal que colgaba sobre nuestras cabezas se balanceó viole
mó hacia
orrón de movimiento, cruzó la habitación, jaló a Isabela a sus brazos y la pror agudo me atravesó el costado. Miré hacia a
se volv
ra un dolor sordo y punzante. Haciendo una mueca, alcancé mi bolso en la mesita de no
mente, sus ojos, amables y cur
uerida? -pregunt
un graznido ronco-. Cuando llegue a cero
lí, su expresión indescifrable, su
diez p