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Cuando el amor muere, la venganza nace

Cuando el amor muere, la venganza nace

Autor: Rabbit
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Capítulo 1 Una amarga traición

Palabras:2416    |    Actualizado en: 29/08/2025

pello con fuga, la conductora, Karyn Morse, se presentó ante su tumba. Sonrió,

y un historial como ganadora del Premio Pulitzer. Sin embargo, las cosas con Karyn eran diferentes. El juez, en deuda con su poderoso padre, desestimó todo. Ella salió libre. Acto seguido, el alguacil

sentenciaron a tres años en una prisión de máxima seguridad por ser una madre afligida, por haber perdido a

y su hijo. "Papá, ¿podemos ir a comprar helado ahora?". Karyn respondió cariñosamente: "Tenemos que saludar a tu herman

Una amarg

cto tono azul. Tenía cuatro años. Fue un atropello y fuga. El auto er

distrital, David Blair, me rodeaba con el brazo, mostrándose fuerte ante las cámaras que nos fotografiaban desde una

osa dentro de mi pecho. Quería gritar, hundirme en la

negros, caminó hacia nosotros. Su padre, el magnate inmobiliario Dick Underwood, la seguía a una cort

es comenzaron a murmurar. Mi mano, que sostenía una solitaria rosa blanca para mi pequeño, comenzó a temblar. Karyn levantó

o de marca y sacó un pequeño dinosaurio de peluche, el favorito de Leo, que habí

Se le cayó esto, ¿sabes?", dijo como

e mí se rompió. La silenciosa caverna de mi dolor se llenó de una ardiente ira que rugía. Todo mi cuerpo temblaba. David me apretó

mata

policía me exoneró, Eva. Fue un trági

cómo encontrar la verdad y sacarla a la luz. Utilizaría la ley, el sistem

a, con mi mejor amiga y colega, Cheri Reid, a mi lado. Ella me apretó la m

n detrás de mí. "El principal patrocinador de

reuniendo todas las piezas, haciendo el trabajo que la policía parecía tan renuente a realizar. Había construido un caso tan sólido que ni siquiera el dinero de Dick Underwood podría derribarlo. Yo

nderwood, desestimó las pruebas, el testigo se retractó de

brazo de Cheri me sostenía. No había

ció mi nombre: "Eva Bento

l fiscal apareció un nuevo expediente

rovocó la muerte de su hijo, Leo Bl

cas y mis noches de insomnio tras el accidente como prueba de mi inestabilidad mental. Distorsionó mis investigaciones periodísticas y las convirtió

testificaba que yo había estado sobrecargada de trabajo, estresada, qu

r el descuido de la esposa. Era una historia mejor, una más limpia y

risma y un falso dolor. Habló de un sistema judicial que debe per

los ojos llenos de un sufri

on a tres años en una cárcel de máxima seguridad, por

a sobrevivir. De un vacío que nunca desapareció. Perdí un embarazo en una brutal pelea que no inicié; otro secreto que escondí. Lo úni

que tomé un taxi hasta el único lugar al que necesitaba ir: la tumba de mi hijo. Esperaba encontrarla descuidada, como

ar. Un sedán negro. David se bajó. Parecía más viejo

posesiva. Desde el asiento trasero, una niñera ayudó a un pequeño de unos tres añ

cia la tumba como u

a de David. "Papi, ¿ya podemos i

un minuto, cariño. Tenemos que sal

l mundo se desvaneció en un

no". "

Los miré a los tres. David colocó un nuevo ramo de flores sobre la tumba, y su mano rozó brevemente la de es

trataba solo de su carrera, no solo me había incriminado para salvar

uerpo temblaba violentamente y me mordí el labio con tanta fuerza que sentí el sabor de la s

, sonrientes, frente a la casa que habíamos comprado juntos, la que se suponía

te. Recordaba las cicatrices en su espalda causadas por el cinturón de su padre, un pasado tan brutal que rara vez hablaba de este. Fui yo quien lo abrazó dur

che, con un corte en la mejilla que le había hecho su

ado, con la voz cargada de emoción. "A cualquiera que

historia de la ciudad, y yo en una periodista estrella. Nos casamos

o de nuestro pequeño, cargánd

"es gracias a ti. Conocerte ha

erfecta hasta mi esposo perfecto. Mi hermoso

id, cariño, supe que tu ex salió hoy de la cárcel". Estaba mirando directame

espuesta. El último y frágil hilo de esperanza al que ni si

ata mientras le respondía con voz fría y distante: "¿Preocupad

palmas, rompiéndome la piel, la sangre comen

familia feliz, y se fueron, dejándome s

, saqué mi celular desechable, el que había mantenido oculto durant

ilante cuando res

", le dije. Mi voz

iento: "Eva, lo siento mucho. Haré lo que sea. Cualquier c

. No tenía adónde ir. El apartamento que había compartido con Cheri me resultaba extr

estaba tal y como lo había dejado: mis libros se encontraban en los estantes y mi taza favorita junto

d estaba en la puerta, su silueta bloqueaba la luz que

gado con tres años de dolor y traición. Él me miró, en su rost

uave, casi normal: "Volviste". Me tendió u

a to

ngredientes especiales"

ina y regresó con una taza de té humeante.

Tienes

. La taza, que era un regalo suyo en nuestro primer aniversario, se sentía pesada en mis manos. Entonc

é, con el cuerpo temblando de una r

un tono tembloroso pero claro. "Cuént

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