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La amarga venganza de una esposa

Capítulo 4 

Palabras:1194    |    Actualizado en: 29/07/2025

ión fue un único y escueto mensaje de texto: *Camila está muy alterada. Me quedo con ella para asegurarme de que ella y

tensa y furiosa. Los moretones en su cuerpo se desvanecieron de un morado violento a u

ando hacia un pequeño museo privado en la Condesa, un lugar que ella y Bernardo habían descubierto ju

una banca frente a un Monet. Él la había besado entonces, un beso

uerdo era sol

estaban en un silencio reverente. Se reían, Camila apoyada en Bernardo, con la cabeza en su hombro. Parecían jóvenes

ianos que estaba

a mujer a su esposo, lo suficiente

rostro iluminado de orgullo

sesivamente el pecho de Bernardo. Lo presentó no como su emp

indulgente que Sofía no había visto en toda una vida. Se

na de una calidez genuina que heló la sangre de Sofía-. Contigo,

a sido su vida para él: un papel que interpretar. El esposo obediente, el director gene

cido con Sofía. Era su simplicidad. Era una chica de un mundo diferente, sin el peso

n peso de plomo en el pecho. Pero al rodear una escultu

ltó, sobr

. -Parecía nerviosa, culpable-. Estábamos

a, Camila -dijo Sofía, con la

ared sobre ellas, aflojada por las vibraciones de una co

Camila reaccionó. No gritó ni corrió. Empuj

e Camila con un ruido sordo y enfermizo. El

furia. Vio a Camila en el suelo y a Sofía de pie

nando en la silenciosa galería-. ¿Nos estás s

ealidad, que Sofía solo pudo mirarlo en un silencio atónito. Él pensa

cogiendo a una sollozante Camila en sus b

ebé. Te tengo

a nada y pasó junto a Sofía

de nosotr

smo hospital, la misma sala de emergencias que se estaba convi

osible fractura. Los médicos la llevaron de urgencia a una habitación pr

idad significativa de sangre por un corte profundo causado por el borde de la placa. Necesitaban operar

dudarlo, arremangándose la manga-. Tom

idad de forma segura -le advirtió

Su vida es más importante. Si nece

servaba desde el pasillo, un testigo silencioso e invisible. Estaba dando literalmente la sangre de su

os. Se puso pálido, su respiración superficial. Después de que le extrajeron la seg

lo en un goteo intravenoso en una habitación

mila fue un éxit

ue las enfermeras lo estuvieran atendiendo. No entró en

un nombre se escapó de sus labios

mil

a. Nunc

r, cualquier vestigio de su historia compartida, mu

su bolsillo. Era un n

Confidenciales Ébano. Su nuevo pasaporte y documentos están listos para

s, una promesa de un fu

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