Humillado por Amor Ciego
olo en la cama. Sobre la almohada de Elena,
o sola. Voy a Guadalajara a pasar el día con ella, pero regreso en
ación, Elena estaba haciendo un esfuerzo extra. Se sintió bien. Preparó a Sofía para
e picar, las conversaciones con los clientes... todo era fami
iodía. Su celular sonó.
cardo, el dueño de la t
soy
anónima por falta de higiene en su establecimiento.
ne? ¡Imposible! Mi negocio está impecable. Lle
El inspector llegará a las cua
ma. Justo ahora. Era demasiada coincidencia. Intentó llamar a Elena para contarle, para b
ía en el camión", pensó, t
ción de la noche del salón de baile, la sensación de que las cosas se le escapaban de las man
a clausura, aunque fuera temporal, sería desastrosa, especialment
una minuciosidad exagerada. Miró debajo de las mesas, dentro del refrigerador, pesó la carne. Ricardo lo seguía
n orden, señor. Pero la denuncia mencionaba una plaga de ratas.
ha habido una rata!
inspector, encogiéndose de hom
terrible sospecha de quién podía ser. Intentó llamar a Elena de nuevo. Buzón. La preocupació
ciosa. Sofía aún no llegaba de la escuela. Las horas pasaron lentamente. Anocheció. Ricardo caminaba d
la puerta se abrió. Era Elena, con una sonrisa de or
gritó. "¿A que
en su rostro. "¿Dónde estabas? ¡Tu teléfono
r. Pero ¡tengo noticias increíbles! Hablé con el gerente del nuevo salón. Le conté nuestra historia, lo mal que
que lo había convencido, que las dudas de Ricardo comenzaron a disiparse de nuevo. Quizás todo había sido
o dos caballitos de tequila. "Por nosotr
tro. Y otro. Se rieron, hablaron de los planes para la fiesta, de lo hermosa que se ve
ó su bolso en el sofá. De un bolsillo lateral, asomaba un pequeño papel.
ajara. El destino impreso
le mentiría sobre eso? Era un detalle pequeño, insigni
y totopos. Vio el boleto en la mano de R
cía una escala larguísima en Querétaro. Es una ruta nueva, un lío. Pero
io un beso. "Deja de preocuparte tan
la, se comió el guacamole y se tragó la mentira. Quería creer en esa felicid