añana, y la tensión ya era palpab
dose como un tablero de ajedrez bajo un cielo azul cortado por rascacielos. La luz del sol se filtraba en líneas doradas
en su silla de ruedas como un rey vigilante. Sus dedos tamborileaban un r
se abrió con un leve
carpeta bajo el brazo, y su traje de pantalón resaltaba su figura esbelta, poderosa. Sus labios, de un tono rojo di
e, sus labios curvándose en
u voz profunda y seca
a carpeta con un golpe seco que hizo vibrar el portapapeles
o elegante el reloj de pared-. Si va a inventar exc
su diversión creciend
enas un susurro lleno de amenaza
zada en claro desafío, cruzándose de
l carácter o tiene una agenda que atender
tre ellos. Se miraron como dos luchadores en el centro del
da lentitud, el roce de las hojas sonando exa
levantar la vista-. Grosería e
ó una carcaja
z pintándole los labios-. ¿Quiere que lo
e el escritorio con un suspiro e
ligeramente hacia adelante, su sombra alargándose sobre la
so y cortante como el hielo
se cuestiona
y flores frescas, envolviendo a Alan por un segundo. Se inclinó, acercándose tanto que po
con una sonrisa tranquila, como quien comparte un secreto pel
ndo la cabeza con esa gracia ins
ste? -su voz era
stuvo la mirad
ue doblarles el org
smo dudara en fluir entre ellos. Los latidos de Alan se acelera
urva de su cuello, a los pechos que se marcaban bajo la blusa entalla
los nudillos, rompiendo el mo
erno, Méndez -dijo c
ella, su voz tan afilada como u
e cuando escuchó las voces alzadas, las risas co
on la cabeza, mu
semana... o
, con una risa dive
un caos velado, un ballet de
blemas antes de que surgieran. Sus dedos volaban sobre el teclado, su voz firme resonaba en c
su piel. Le molestaba su insolencia. Su falta de reverencia. Y lo que era peor... le molestaba el cos
maldita d
rgas, labios tentadores y una l
ja los cristales del ventanal, Alan soltó
glas claras -dijo, su voz
a su escritorio sin esperar invitación, estirando l
, ladeando
álido"? -preguntó, su tono inoc
los blanqueando. El insulto, aunq
to tu lásti
ro cansado, como si hab
e tono, más seria, más cruda-. Pero si se va a comport
como un manto pe
vez en mucho tiempo, no vio u
en un cuerpo demasiado
onces,
o genuino, breve, real. Un destello fugaz qu
baja, más grave-. Quizá seas la primera perso
n, esta vez sin burla,
neros. Soy peor que
rcajada ronca, ásp
o es
en silencio. Cada movimiento suyo, cada palabra, era como una n
cometido una locu
fundo, una voz susurraba que
irlo por
Se quitó los zapatos de tacón y gimió de alivio al sentir
to. Afuera, el cielo comenzaba a oscurec
a un lado. Sus músculos gritaban de cansancio, pero
cansada cur
jaba que la brisa nocturna acariciara su
a ser agotador, com
ivertido. Estaba lidiando con un p