Cuando el Amor Se Vuelve Miedo
ija que mi madre, Carmen, dese
cetas de geranios, el amor se repartía de forma extraña. Mis hermanas mayores,
ecas y, la mayoría de las veces, los r
egunta se me clavó e
l dinero que había ahorrado de pequeños trabajos de limpi
madre de su cepillo y m
bre manila que abrí con man
i madre biológica. Ricar
confusión aún más profundo. Si era su hija, su sangre,
a directamen
¿qué te
cio tan puro que me helaba la sangre. No había una raz
de su furia fu
a y mi mano resbaló ligeramente, derramando
a sus platos. Mi padre, Ricardo, no estaba en ca
ue peor que c
e su silla. No me miró a mí, mir
ojos se pos
una in
jas, casi un susurro,
regresó con el cintur
comiendo como si nada pasara. Era una
da y me sacó el aire. Me doblé sob
vánt
nté, te
cuando t
uego se apaga. Lo que había en sus ojos era un asco profundo, una re
e duda o arrepent
s y piernas, dejándome marcas que tardarían semanas
e hería, era esa mirada. La confirmación a
de lavado, mientras mis hermanas compartían una habitación grande y luminosa. Mi rop
rror, la mancha en el mantel que mi madre
sin entend