Cuando Serpiente se Convierte En Compañero
ad y rutina, el aroma de su lucha diaria por un futuro mejor, un futuro para ella y para su hermana menor, a quien adoraba más que a nada en el mundo. Sofía repasaba sus apuntes de anatomía, co
golpe, rompiendo la
cida y una caja de cartón en lo
er lo que me en
uy bien, era el tono que usaba justo antes de hacer algo para mole
no se permiten mascotas aquí, lo
e su propia cama deshec
perrito, es algo mu
Dentro, enroscada sobre un puñado de hojas secas, había una serpiente de cascabel, su piel con patrones de diamantes brill
" gritó Sofía, poniéndose de pie de un salto
do profundo que la acompañaba desde niñ
ntré cerca del arroyo, estaba solita
es venenoso! ¿Qué no entiendes? ¡Nos
a compostura, apelar a la lógica, a la razón. Pero la razó
no era la mirada vacía de un reptil, se sentía diferente, inteligente, casi evaluadora. Sofía sintió un escalofrío recorrerla, como si la criatura hubiera en
ella. Una mañana, la encontró enroscada dentro de uno de sus tenis, por poco no metió el pie. Otra noche, al volver de la biblioteca, la descubrió sobre su almo
s," decía Elena con
seguía con la mirada por el cuarto, su lengua bífida saliendo y entrando, probando el a
n ojos grandes y curiosos, había venido de visita. Estaban sentadas en el suelo, jugando con unas muñecas, riendo. S
n sus amigos. La serpiente, se s
e Elena, y de la nada, un silbido agudo cortó el aire. La serpiente se lanzó desde la
y la jaló hacia atrás, viendo con horror cómo la serpiente se aferraba a su mano antes de soltarse y deslizarse de nuevo bajo la cama. La man
ba, borrando todo pensamiento racional. Tomó la lámpara de metal de su escritorio, un objeto pesado
lpe, la puerta se abrió. Era Elena, que al ver la esce
déjala en paz!
rza sorprendente. En esa fracción de segundo de forcejeo, la serpiente ap
n el silencio cargado de tensión, y corrió con su hermana en brazos hacia el hos
z en su mano era un recordatorio diario de la malicia de Elena y la cobardía de Sofía por no haber a
encontró la puerta principal entreabierta, un silencio antinatural env
a destrozó p
ontró los cuerpos de sus padres, y en su cuarto, el pequeño cuerpo de Lucía. No había sido un robo, no había sido un ataque humano. Por tod
erpiente original, sus ojos brillaban con la misma inteligencia vengativa. El cascabel de su cola
n sobre ella, antes de que el veneno la consumier
ces, de
por la ventana, el olor a café frío y libros la e
er lo que me en
mismo día, la misma hora.
nico, no sintió miedo. Sintió un
vez, las cosas serían
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