Te Quito como La Raíce Enferma
a en el Cerro de la G
a me enfriaba la piel. La preocupación se había convertido en u
bir corriendo por el sende
erdón, perd
anos en las rodillas pa
a terminando esto y perd
rústica, pero hecha con sus manos. La abrí y dentro había un pequeño pa
i nos caemos. Sentí la since
da segundo sabiendo que estabas aq
, los ojos del joven Mateo de 18 años, br
ejaré a oscuras. Siempre sabrás dónde estoy,
ra del mundo. Me sentí la mujer más afortunada, la
a, la casa que construimos juntos, esa p
a ser el m
cajas de madera y hacía promes
aba en visto mientras profanaba
respirar. Era increíble cómo diez años podían transformar a alguien tan com