Una Madre sin Nada que Perder
ca, criando a mi talentosa hija Luciana con la medalla de
na estaba en el hospital, víctima de una brutal agresión por parte d
s como limosna por nuestra tragedia y me advirtió que guardara silen
e mi esposo y su preciada medalla fueron pisoteadas, mientras la polic
acta de mi esposo en el bolsillo, emprendí un viaje desesperado hacia Veracru
por el suelo, y pisoteó la medalla de mi héroe una y otra vez, pulverizando lo poco q
el mentor de mi esposo y quien le entregó aquella medalla, emergió de