El Costo de la Codicia: Una Segunda Oportunidad
rí en el suelo frío d
i costado, y la sangre, tan roja como el vin
go al padre de Miguel, el hombre que me había empujado. Su rostr
su aliento cálido en mi oído
una estafa», me confesó con una sonrisa torcida. «Les dij
Mi pro
Rioja solo puede ser mío», sentenció ell
o la familia García, nuestros vecinos de toda la vida, vinieron a bu
nte. Requería un tratamiento orgánico, complejo y
n éxito, pero al día sigu
eron que mi método era un engaño, que un
me hicieron caso omiso
tó la plaga, sino que reaccionó con mi tratamiento orgánico
scusión en la bodega, el empujón, l
abro lo
oratorio en la bodega. El olor a tierra húmeda y
fuera. La pu
ijo Miguel. Sus rostros está
, suplica el señor García. «Nuestras viñ
a. El día en q
za, no de miedo, sino de
ión. Recuerdo cada
e que siquiera hable. Se quejan del posib
n en mí. Les expliqué pacientemente, les
vez
ojos vacíos de la comp
go con una frialda
s de trabajo y los
a otro