La Sombra del Pincel
s fueron una carre
había pintado en mi vida. Los colores de Oaxaca sangraban en el lien
onista privado, un hombre excéntrico que pagaba fortunas p
ficiente para el t
ico de su escondite y añadía los últimos detalles. Hablaba con él, le contaba sobr
aba mis pinceles, escuché
Isab
a obra. El políptico estaba allí, expuesto en el centro
os en los cuatro paneles. Vi el reconocimiento
ntura gritaba mi nombre, mi estil
seó, avanzando lent
entre ella y el cuadro. "Es
ota. "Tú no tienes nada personal, Sofí
arme, pero me
o toc
impedir? ¿Tú? ¿La peq
de trabajo, donde yacía un cúter que
su voz temblando de rabia. "Pensaste que po
ó sobre el
ra detenerla. Pero
s horrible que he escuchado. Una y otra vez, rajó la pi
mi hermano, se deshacía en