Venganza DE La Bestia
no inundaba mi apartame
taba, y la voz de mi marid
o, mi padre y
anclada en el sabor m
envuelto todo, en el silencio
tia, el Dogo Canario, sus
quitó la vida, la misma
osa, hacia la
ño Mateo, respirando;
se mezcló con un
r: Ricardo, mi suegro,
" dijo con su sonr
e ajeno al mortal peligro
viviendo aquello que
illa, era una se
ida anterior resonó: ¿cómo
a, ahora brotaba una f
no gritarí
razones, s
comenzado, y co
as reescrib