Te Odio, Para Siempre
s era pesado, olía a tierra seca y a la promesa de una tormenta de verano. Debería haber sido el día más fe
is padres, no solo aniquiló a su familia entera, sino que destrozó el orgullo y el futuro del linaje V
a sin piedad. Isabel no se detuvo ante nada: me empujó, fingió una lesión que me costó uno de mis riñones, y culminó su sadismo matando a mi perro Río para, luego, forzarme a consumir sus cen
capatoria para la hija de los Romero, la culpable de una desgracia que había pagado con mi cuerpo y mi alma.
os y me encontré de vuelta en el día anterior a mi boda. Un milagro, sí, pero el terror se apoderó de mí: Mateo también recordaba cada lágrima, cada h