De Amor a Monstruo
elta y salí
olía a jazmín, pero a mí me asfixiaba. N
pasillo. La madera oscura de mi guitarra flamen
ada, preguntándole a Mateo si necesitaba algo, si el
igo cuando volvía cansado de
e senté en el suelo, pero no toqué las cuerdas. E
reció en la puerta. Su rostr
tenemos q
me
, preguntó, su voz afi
pasillo, vi la sombr
verdad, no pasa nada. Me iré por la mañana.
a, diseñada para hacerla se
iró para mirarlo. Sus oj
ue me heló la sangre. Luego, para reafirmar su control, se acercó a
momento en que supe q
ez en años, no sentí amo
voz sonando extrañament
e ella me imponía. Per
mente. «Se queda
aleta del armario. Empecé a meter ropa
a la pura sorpresa. Mateo se asomó por la puerta, con los
ó Isabela, su voz temb
e», dije sin mirarla.
ta y caminé h
, espera
sonido de las gravilla bajo mis
ás en vergüenza a nuestras familias! ¡Mi padre te matará!
re como un arma, una úl
, pero no
arcasmo amargo. «Pregúntale a él qué opi
ncenderse en las casas de los trabajadores. Las co
n un tablao del barrio de Triana. Un
n. Necesitaba el ruido, el cante jon
mano en mi hom
r, Isabela está
a intrusión, una violaci
e aquí,
ra una mezcla de falsa pena y provocación. «Dice que no e
descarada que me pr
desprecio que pude reunir. «¿Y te ha man
un segundo, vi la envidia y
de pánico. Se tambaleó hacia atrás
elo. «¡No me pegue, señorito
aunque yo no lo hab
Todos en el bar se
ído en s