Los dias que no mueren
aisaje urbano tan fascinante como caótico. Me llamo Sarah, tengo 30 años, y llevo en esta ciudad más tiempo del que quisiera admitir. Soy un vam
s calles empedradas de San Telmo, el bullicio interminable de Palermo, o la melancolía de los tangos qu
n una librería, un lugar irónicamente común para un encuentro tan extraordinario. A pesar de mi naturaleza
leva en sus manos una copia de "Carmilla". Cuando nuestros ojos se cruzan,
a gótica? -le pregunto,
amor prohibido -responde, con una so
apasionada y curiosa, cualidades que me cautivan desde el primer momento. Pero hay algo
or los cuentos de fantasía y su interés por el ocultismo. Cada palabra que sale de sus labios es como
ires? -le pregunto, intentando d
te, siempre termino volviendo. Hay algo
enos Aires tiene una forma de envolverte en su caos
lavándose en los míos-. Pareces algu
ue hay verdades que
tiene algo especial que me retiene. Quizás es l
dos acarician suavemente las páginas, cómo sus uñas largas y bien cuidadas siguen el ritmo de cada verso. Intento mantener la compostu
detalle, como si temiera que este momento
de repente-. Tiene una at
as librerías tienen
nes. Hay algo en Valeria que despierta en mí una esperanza que creía extinta. La veo salir de la librerí