QUERIDO AMANTE: me casaré con tu sobrino
manija cada una a cada lado, mientras que las otras cuatro sirvientas de la mansión, espe
as seis empleadas al mismo tiempo, como un c
ntregando el maletín a una de las empleadas, a
... - Comenzó a explicar una de las sirvientas, cua
oficina y me duele la cabeza, así que iré a mi habitación a descans
s seis sirvientas al unísono,
, para dirigirse a su habitación, dejando a las seis muj
bitación! - Ordenó Bastián con temple, causa
lamándola, ella levantó el rostro por un momento, viéndolo en la distancia y
ara luego apresurarse hacia su señor y seguirlo, con
le comenzaban a calentar, un conocido cosquilleo se le formaba en el pecho y e
mo y abrirle la puerta de la habitación, Bastián le pasó, por un
rrar la puerta
ola por la cintura, obligándola a girarse, todo su cuerpo quedó pegado y de espaldas contra la
ando el seguro, mientras que la otra mano, iba recorriendo el pequeño cue
sta su cuello, para luego separarse y quedar frente a ella, él la miraba fijo, detallando cada part
or la figura de Carmen, hasta llegar a sus caderas, que presionó co
ernas rodearon sus caderas, sintiendo ese delicioso y gigantesco bulto,
lorada, con una perversa sonrisa en su cara y una chispa de malda
tenue oscuridad de la habitación, escondidos en e
se lanzó sobre Carmen, tomando sus manos para levantarlas por sobre
comenzó a bajar por su cuello, deslizando la punta de los
con sus dedos con el arruchado engomado de la blusa del uniforme de Carmen,
ndo contener sin éxito los pequeños gemidos que se le escapaban, al tiempo
sin embargo, el fuerte amarre en las muñecas se lo impedían, por lo que ella sol
sentir la presión que Carmen ejercía con sus piernas, por l
n la del sostén, bajándola con un desesperado tirón para hacerla
imer contacto con el pezón, Carmen no pudo
eaba el pezón ya erecto de Carmen, al tiempo que, su mano apretaba el otro pe
do intensamente apretarlo y rasguñarlo, mientras sentía como su cuerpo se derretía entre
escuchaba los pequeños gruñidos de Bastián cada vez que él la tocaba y
ajo de la falda de Carmen, tanteando entre sus medias pantis hasta llegar al mismo
Carmen con toda la intención de explorarla hasta lo más profundo, sintiendo como el
undo éxtasis, cuando repentinamente sonó un rápido y fu
- Se escuchó el grito de una de las
astián con fuerza, sin la más mínima inte
, ella está aquí e insistió en verlo, dice que es
levantándose de mala gana. - ¡
eñor, y perdóneme
cejo arrugado sin siquiera mirarla, de nuevo, él se había conve
dirigirse a su baño privado por un momento, después se metió
e el rubor en el rostro, luego puedes bajar... - Ordenó Bastiá
la orilla de la cama, acomodándose
vo frente a ella, observándola, algo muy extraño, porque cua
n al tiempo que terminaba de abo
davía manteniendo la mirada baja,
espero abaj
, se
erpo, con esas ansias y ese deseo que parecía jamás extinguirse, todo lo contrario, porque