Gemelos para el Ceo prohibido
BEL
ueldo era decente y no me habían devuelto ninguna llamada. Me quedé cerca de la recepción del prestigioso bufete esperando a que mi jefa me saludara. La e
da color crema debajo. Avergonzaba a mis pantalones negros y camisa blanca, pero no había tenido tiempo ni dinero para comprar
mi presencia. Me quedé de pie pacientemente, retractándome del apretón de manos que le ofrecí, y apreté el bolso frente a mí. Mi
vuelta y regresó a la oficina. Miré a la recepcionista, que e
icago. Todos se conocían, y por eso me fui. Bueno, una de las razones. Tenía muchas, incluyendo padres sobreprotectores y muchas ganas de conocer el mund
radas. Al llegar a la oficina de Malena , empujó la puerta, con el expediente que llevaba en la mano finalmente bajo el brazo. Entró tranquilamente y l
n rollo en esta ciudad a estas horas. No dejes que vuelva a pasar. Llevaba el pelo rubio recogido en un moño a
vo unos meses viviendo en Chic
directores y funcionarios, pero primero debes entender que soy tu jefe. Principalmente me ayudarás, aunque habrá días en que te necesiten en otro lugar. Tam
, se
ndo al pasillo y golpeó el esc
tras ella. ̶ Esta es la oficina de Adam , y Mika está aquí . Señaló las puertas claramente señalizadas, como si no supiera leer. No me ofendió. No te
regresó por el pasillo, así que me apresuré a seguirla, anotando mentalmente cada puerta de oficina y el nombre que aparecía en ella. La mayoría no tenía título junto con el nombre, pero
rección opuesta. Pasamos por otra sala con una mesa grande, quizá una sala
que lo molesten, así que nunca entre en su oficina sin que se lo pida. Además, sea muy directa con él, sin juegos ni vaguedades. Probablemente termine ayud
e de la firma, y la cara de Mason aparecía en vallas publicitarias y autobuses urbanos. Pensé que trabajaría con asistentes legales y secretarias. No ten
ó los dedos como si hubiera olvidado
frente y volví a extender la mano, solo
tacto visual. Había una picardía en su mirada que despertó mi interés. Era atractivo, cabello oscuro, ojos oscuros. Para ser un hombre casi qui
stá. -La presentación de Malena concluyó y retrocedí un paso. Sentí un hormigueo en los dedos donde él los había to
ra. Silver . -El Sr. Mason se puso de pie, apartand
roe, habría sido la comidilla del pueblo. La señora Maconeen me habría llamado la zorra del pueblo, sin duda, pero aquí en la ciudad, noté que la mayoría d
las manos y tragué saliva con dificultad. Definitivamente estaba mirando mis pechos
é a Anabela el resto de la oficina. -Malena c
unas preguntas, Male
unció los labios, pero hizo lo que le dije
cristalino tenían un oscuro cerúleo alrededor, y volvieron a clavarse en mí. Sentí un vuelco en el pecho. Ningún hombre tan gu