Destinada a odiarte
a
nos en una energía vibrante. Las luces neón teñían el ambiente de tonos cál
rándonos cerca de la barra. Ambas me abrazaron
voz llena de compasión y rabia contenida
a misma determinación
n metido -dijo Daniela, apretando mi man
una bandeja de tragos, una
nunció, repartiendo los vasos-. A la m
ndo una calidez que contrastaba con el frío que h
e, y todas brindam
os a la pista de baile, dejando que la música se apoderara de nosotras. Los ritmos vibran
s las tensiones y frustraciones acumuladas. Sarah y Daniela se turnaban para hacerme reír
bimos, reímos y bailamos hasta que perdimos la noción del tiempo. Cada canción nos l
za, sintiendo la habitación girar levemente a nuestro alrededor. La música
s para ese juego borracho...
hol, una mezcla embriagadora que hacía que todo p
íamos tomado tanto que ya no sabía qué había en esos vasos, cada sorbo e
a de reír a mi lado. Su risa resonaba como campanillas, c
en un apartado del club, alejadas del bullicio pero no lo su
mi dedo meñique para sellar la promesa. Mi voz se quebró un poco por la prando su dedo con el mío, su aliento mezclado con el aroma
imos irnos juntas, nuestras voces unién
rillando en sus ojos. -Clau, elige a la chi
ica en el lugar, sus ojos recorriendo la
cantidad de alcohol que había consumido. Con la vista fija en una chica de cabello rojo en medi
sus hombros tensándose, pero se giró rápidamente para ver quién se había acercado con tanta familiaridad
, sus mejillas sonrojándose ligeramente bajo las luces multicolores del club. Tomó el
la mesa sosteniendo el teléfono con su
siento a mi lado, su respiración acelerada p
speranzada, sus ojos br
nos dé unos tragos gratis, -le dijo,
de un salto, casi derramando su bebida, y corría hacia
Dani entre risas, -lleva co
biéramos los tragos gratis, -rió Clau
bió con una sonrisa radiante en su rostro, sus movimientos
con los tragos para todas, sus manos cargadas
una sola vez, sintiendo el ardor desce
cardía, sus ojos centelleando con un brillo travieso, -aunque no
úsica y creando una burbuja de alegría. Se sentía tan bien estar así
ojos calculadores. -Maeve, quiero que vayas
s y su postura relajada, y bastante alto aunque estuviera sentado. Su cabello oscuro y desordenado enmarc
mi víctima, sintiendo un torrente de
o, pasé mi mano por su espalda sintiendo la tensión por el acer
er e
e quedé atrapada en su mirada. Una especie de hipnotismo parecía emana
evolviéndome a la realidad. Una realidad en l
, entrelazando mis manos delante de
do er
desprendidos que dejaban ver un poco de su muscu
él con voz dulce y g
este no fue culpa mía
a noche de invierno. Sentí que mis piernas se
eé, buscando desesperadamen
más, mis piernas cedieron y me
tocar el suelo, y de repente me encontré en su rega