La dulce sirvienta y el millonario
r, Vlad, estaba en casa, febril y débil, y ella no podía dejarlo solo. A pesar de que su madre había estado trabajando como sirvienta en la mansi
an mansión, su imponente fachada de piedra y ventanas con cortinas de terciopelo rojo, como un reflejo de la riqueza que parecía estar al alcance de pocos. A
pasillo lateral cubierto de hiedra, donde las sirvientas entraban y salían sin ser vistas por los aristócratas de la familia. Este era su único acceso, uno por el q
uas de mármol, parecía susurrar historias olvidadas de la familia Ionescu. Loana avanzó con el corazón acelerado,
etó los puños, temerosa de que él la hubiera oído, y trató de moverse con mayor sigilo, pero al dar un paso atrás, tropezó con un jarrón
se giró, y lo vio de pie en la entrada de la sala, sus ojos o
ergüenza, intentó disculparse
ía causar problemas. Solo busco
a calle, estaba claramente presente. Loana sintió como su rostro se sonrojaba ante la mirada de Mihai. La diferencia de clases era evidente en el simple hecho de que é
a dudas: no estaba acostumbrado a que alguien de su estatus le h
quería admitir la verdad, pero tampoco quer
e... mi hermano está enfer
su expresión pronto se transformó en una mezcla de
información irrelevante-. Y ¿por qué no lo llevas a un médi
a, una rabia silente burbujeando en su interior. Ella sabía muy bien cómo funcionaba ese mundo. Las personas como Mihai pens
rsación incómoda y no seguir alimentando la vergüen
de repente algo hubiera cambiado en él.
ar respuesta, dio un paso hacia ella. Sus ojos brillaban con una mezcla d
cómo responderle. Quería escapar, pero al mismo
y el de Loana colisionaran en ese pequeño pasillo oscuro. Y, a pesar de tod
o esta vez con algo más cercano a una curi
s seguro para ti. Ven, te aco
s. Aunque el corazón le latía con fuerza, se dejó guiar por Mihai, sin saber que ese encuentro, tan inesperado
sión extendiéndose a su alrededor, Loana y Mihai d