LA HUMANA ADICTIVA Y EL HOMBRE LOBO MUTANTE
y se aseguró de que todas las ventanas y las puertas que daban al exterior estuvieran cerradas. A prueba de intrusos o al menos con un
te y celebrar el Año Nuevo? Miró su reloj. Las siete y media. Mucho antes de que marcaran la medianoche. No es que tuviera a nadie a quien besar
entre hombre y lobo. Pensó que solo unos minutos satisfarían a su lobo. Quitarle el filo. En cambio, le salió el tiro por la culata. Esta vez su lobo casi había ganado la batalla. Para empeorar las cosas, habí
las sirenas, él salió corriendo, sin mol
e convencer a los buenos oficiales de policía de que olvidaran la evidencia de las huellas. Escuchó el clic de su cámara. En el coche patrulla, sostuvo sus miradas, un
el Barrio Francés. Caminó varias cuadras y
ensó en entrar, ver cómo estaba, hacerle olvidar que la había
. No hubo respuesta. Solo el persistente olor a pizza qu
ilmente su glorioso aroma. Se abrió paso entre las concurridas calles llenas de juerguistas, turistas borrachos y artistas en N
desesperada. La comida es cara. El mural de inspiración criolla es exquisito. Un restaurante caro. Justo a su gusto. Sonrió. No
sica de principios del siglo XX. El lugar estaba abarrotado, lo cua
vagó desde su cuello hasta su pequeño trasero perfectamente redondo. Ella bebió un martini. Él se puso rígido. ¿Estaba esperando una cita? Según Natalya, se había mudado. No tenía novio. La rabia l
era esperar hasta que llegara su cita. Quienquiera que fuese, se encargaría de que ella
señor?-, preguntó él m
me llamo Lonnie. Una me
vistazo a la lis
mi mes
-Por supue
ortunadamente no lo había notado mientras s
ecerte algo
el vestido negro que está en el bar
ella ente
irle que es de una vieja a
ó el ojo.
s deseos del lobo, se tragó su cu
había pasado nada y que añadiría un cerrojo extra a la puerta trasera cuando volviera. Mary le preguntó si alguien tenía un lobo de mascota. Maggie dijo que los únicos perros que había visto eran pequeños perros falderos y un golden retriever mayor dos casas más allá. Esto asustó aún más a Mary. Vio un lobo g
a copa de celebración para trabajar con pacientes, pero al menos había estado rodeada de gente, aunque fueran colegas y pacientes. El camarero, un estudiante de posgra
botella de champán fría en un pe
za. -Esto debe ser un
sentado en la mesa
jos hacia atrás, pero no pudo distinguir a nadie. A menudo atraía la ate
ñora. Su nombre e
, nadie en Nueva Orleans sabía su nombre. Su corazón dio un vuelco. ¿Su p
compañarlo, te llevaré a su mesa y pueden celebra
¿Lo mejor? -¿Qué ed
que tendrá unos treinta y
. -Muy bien. -Siguió al jefe de camareros hasta
ué placer ver que te has curado tan bien. -Mur
tente, preguntó: -¿Qué.