SOMBRAS DE UN MATRIMONIO OBLIGADO
de Leonardo Arriaga. Las calles estaban desiertas, iluminadas por faroles que proyectaban sombras fantasmales.
ada en su mente. Pero esa satisfacción que siempre lo había atraído ahora lo incomodaba. Por primera vez e
iendo esto; después de todo, la boda había sido un acuerdo sin sentimientos. Sin embargo, cada vez que cerraba los ojos, ve
os, la alfombra amortiguando sus pasos mientras se dirigía a la habitación. Frente a la puerta, tomó air
udad, y un silencio absoluto llenaba el espacio. Leonardo avanzó lentamente, sus pa
a figura etérea. Estaba acurrucada en una posición incómoda, como si hubiera caído rendida tras horas de llorar. Su cabello, que horas antes había estado perfectamen
abía sido cruel al abandonarla de esa manera, pero verlo con sus propios oj
urró, casi sin qu
. Leonardo se acercó más, deteniéndose a pocos metros de ella. Se arrodilló frente al sofá, estudiando su rost
de las
e ella había intentado regalarle había sido respondida con frialdad. Y luego estaba Camila, con su risa descarada y su insistencia en que abandonara tod
cubría el rostro de Isabela. Su piel era suave, cálida. El roce la h
n los de Leonardo, el desconcierto fue reemplazado por una mezcla de sorpresa y
eguntó, su voz ronca p
a ella. No supo qué decir de inmediato. Las palabras que
fin, sabiendo lo vacía q
redulidad. Una risa amar
a? -Ella expuso en un tono burlon mientras las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo, pero esta ve
paz de sostener la intensi
tuvo mal. No tengo una
¿Crees que me importa lo que tengas que decir sobre Camila? Lo que importa es que
sus manos cerrándose en
mi inte
e unos pasos de él-. Entonces, ¿qué pretendías? Porque desde que nos casamos, solo me has
podía encontrar las palabras para responder. Lo que
, su voz ahora más suave,
arte, no necesitas hacerlo porque no quieres hacerlo y nad
ría decir algo, cualquier cosa, para aliviar el dolor que le
bela,
ó una mano,
da. Por favor
abitación, una nueva ola de culpa lo envolvió. Esta vez, sin embargo, había algo más: un ligero temor de