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Heredero de la Luna

Capítulo 2 La Cacería

Palabras:1218    |    Actualizado en: Hoy, a las 09:40

habitación. Los ojos amarillos habían desaparecido tan rápido como habían

n pasos controlados, se acercó a la ventana y miró hacia la calle. Nada. Solo el refl

ió. Algo est

rrando las cortinas. No tenía sentido salir a per

as y sacó una caja de madera que no había tocado en años. La colocó

ata con un extrañ

que le quedab

a noche en que

r lo que significa. Y cuando ese

omprendido esas pal

su chaqueta. Si quería respuestas,

e afuera parecía un establecimiento común, pero cualquiera que hubiera escucha

acia la barra. El olor a licor y

usto con barba espesa y ojos oscuros, lev

tiempo que no

ción, Franco -dij

iera debatiendo si valía la pena hablar. Fin

ples, eso lo sabemos lo

nclinó sob

uerpos mutilados. Ojos a

ureció la

e jod

o fuera serio. Sa

gurándose de que nadie estuviera e

una manada antigua ha regresado, otros que alguien está rompiendo el e

trecerró

Cu

n trago antes

Fer

escalofrío recor

ado ese nombre

e estaban

n vuelto... significa q

on la mente llena de

o eran cualq

. Controlaban gran parte de los bajos fondos y tenían un códig

eso era lo

auto. Estaba metiéndose en un territ

el motor rugió. Pero antes de

lofrío o

taba

svió hacia el e

ridad del callejón

amari

ez... no es

ás. Muc

a había c

cena ante él. Ojos amarillos brillaban en la oscuridad del callejón, parpadeando

ntes de que fuera demasiado tarde. Pero Ethan sabía que

có su revólver. Lo cargó con balas de plata. No sabía si las his

y abrió la p

le daba un aire espectral a la calle. El call

e, sin rastro de miedo-. ¿Van a quedarse e

tre las sombras. Lu

los salió

. Su rostro era anguloso, con una mandíbula fuerte y una piel que parecía ten

rasposa, casi gutural-. Sabía que

ntó el arm

ién

mbre

que importa es que estás

ió el ceño-. Esto es una m

hombre inclinó la cabeza-.

pudiera reaccionar,

iado

distancia y al siguiente ya estaba frente a él, empujándolo con una fuerza d

dic

r el cuello, apretando con u

rías -susurró el hombre-. Pero no pe

tarse. Su visión se nublaba, su

ces cuand

su pecho, luego en sus brazos y piernas.

ombre

con una sonrisa depreda

rpo temblaba, su visión se volvía más clara, má

arlo, dejó que el

erza que no sabía que tenía, apart

do varios metros, cho

de rodillas

nios habí

te, limpiándose la sangre del

o, sin dejar de sonreí

ón latiendo con fuerza, su cuerpo

o miró con

mos pront

en las sombras, llevánd

as en el pavimento, sintiendo

algo había

abía vuel

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