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Amor ilícito al jefe encantador

Capítulo 5 La quiero en mi dormitorio

Palabras:1241    |    Actualizado en: 04/12/2024

tima vez que un h

gnorando durante meses, si no años, agrego-: No me gusta la idea de usar el sexo para nada,

da ella-. Pero... n

y me río. -No

ensación de que me tengan lástima. -Entiendo por qué no confías en los hombres, nena, y no digo que tengas que confiar en él. Pero si te

con mi desánimo. Encorvo las rodillas hasta el pecho. Mason resopla y p

tá insinuando Silvia , esta

n Mike Andrews , el hombre que ha

s y distantes entre sí, pero suficientes. Los gritos, la ira, las manos alzadas. Un ex en particular me

y a mí misma. ̶ No me importa si me quiere. No vo

I

sta recordarme exactamente lo que p

ndo. A Alexia le encanta hacer un espectáculo de eso, y hoy va a toda velocidad con una presentación que requiere que se ponga de puntillas para señalar

ado por las arrugas del entrecejo y el exceso de lápiz labial. Lleva el pelo largo suelto, desafiando el estereotipo de géner

que les da más autoridad

ana pasada sentaste las bases para est

al vez deberían haberlo sido, porque Alexia me

por ti, se

e está haciendo, y cuando miro hacia la m

e la luz... ¿podría es

re los dos mientras Alexia , el último a

ce. Me dijo solo lo que necesitaba saber y lo que tenía planeado para esta semana. Rec

de su amplio pecho. Una decisión inteligente, ya que dos de los p

Alexia . Me recuesto en la silla y trato de reprimir una

oficina más tarde y podemos repasar esa declaració

le lanza otra mirada fulminante a Alexia . Apoyo los ta

ltarme; es como un

ncipal. No es un buen lugar para situaciones como esta cuando se apriet

ité esto de las manos

el top escotado que lleva puesto. Puedo sentir miradas sobre nos

o miro hacia arri

legales. Vuelve a poner los ojos en blanco antes de volver a concentrarse en la tarea en cuestión. La posición atrae la atenci

mirada de Abril mientras empujo a Alexia para

cia un rincón. El instinto ha tomado el control

el

rita R

a de su blusa se acomoda hermos

lemente observando. Todavía hay ojos sobre mí, sobre nosotros, pero no me i

o era ese

o, molesto. Una comisur

e está

en las manos de Alexia . Ella puede verterlo sobre su cuerpo

y los asistentes legales tosen, arrastran los pies y

ayudarte

ce una semana, cuando la vi tentadorame

erza c

nes terminan en tartamudeos sorprendidos.

nc

la rápidamente. Un hábito que la convierte en una buena abogad

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