La asistente impostora del Magnate Cruel
algo s
mesa, mirando el teléfono como si est
e, frustrada. Asistente personal del jefe más temido de Europa.
ar directamente con Cael Van Der Wijk, pero eso también significaba que podría aprender
inero", se dijo, intentando convencerse a sí misma. Se puso de
el durante la entrevista, cómo parecía escanear cada rincón de su alma con esos ojos grises y fríos. Había algo inquietante en él, una mezcla d
tos. No podía permitirse pensar en él de esa manera. E
con los documentos falsificados que había usado en la entrevista y los dejó sobre la mesa. Necesitaba repa
antas cosas que podían salir mal. Si descubría que no tenía el título que decía, o que ja
alta, con un tono firme. Había llegad
pudiera parecer lo suficientemente profesional para su primer día. Sac
urmuró mientras las colgaba
a. Por más que intentara convencerse de que todo saldría bien, no podía ignorar el nudo en su estóm
llevar por el cansancio, sabiendo que el próxim
e dando vueltas en la cama, atrapada en un torbellino de pensamientos sobre lo que le deparaba el primer día en Style Van C
da. Se sentó en un taburete frente a la meseta de su pequeña cocina, mirando la televisión encendida, aunque no le esta
ido de Europa. La idea la hacía temblar de los nervios, pero al mismo ti
recibir comida, pero sabía que no podía ir al trabajo con el estómago vacío. "Ser impec
concentrarme en prepararme. Fue directo al baño, encendió la luz y se quedó unos segundos frente al espejo. Su refle
su cabello en una coleta improvisada. Abrió la ducha y esperó a que e
sos y ayudándola a despejar su mente. Cerró los ojos y dejó que el agua cayera sobre
ue era difícil de olvidar. Su presencia era imponente, casi sofocante. La manera en que la había mirado duran
su mente mientras enjuagaba la espuma de su cabello. No podía permitirse f
había dejado lista la ropa que había escogido la noche anterior: una blusa blanca perfectamente planchada, u
red para maquillarse. No era experta, pero sabía que un toque de base, delineador y un poco de labial podían hacer maravillas. "P
e la habitación. La imagen que veía era bastante diferente a cómo se sentía por dentro. Parecía s
de su apartamento. La ciudad estaba despierta, con el tráfico matutino y las personas apuradas por llega