La princesa de la bratva
La cabeza me daba vueltas debido a la cantidad excesiva de licor que había consumido, no recordaba haber pagado nada de eso. La mús
nte al baño. Cerré la puerta detrás de mí y examiné los cubículos uno a uno, aparentemente me encontraba sola. Abrí el grifo, mojando mi rostro. El agua d
rrido parcialmente mi maquillaje, así que tuve que retocarme. Ya fue suficiente por una noche, lo mejor
red. -¿Qué demonios te pasa, imbécil? -interrogue alzando el mentó para
l bronceada y era poco musculoso. En las pupilas podía ver varias motas rojas, señal de que se enco
a en mi cintura se volvía pesada. Pensaba en cómo hacerle una llave y evaluaba la presión con la que sujetaba mis muñecas, ¿Cuán
se hicieron esperar, pero lo que llamó mi atención fue el guardia de seguridad que estaba parado en la pu
nando en su dirección
sotros, ya ajustaría cuentas con ellos después por no estar atentos en todo momento. Les hice una seña co
miradas curiosas. -¿Sabes los problemas que tendríamos si ese hombre murie
ón dio un vuelco al escucharlo, pero seguramente era todo el alcohol en mi sistema. -Esto no hubiese pa
por mi torrente sanguín
etearlo por su atrevimiento, pero la detuvo en el aire con la suya. -Suéltam
tan cerca que podía contar las pestañas que cubrían sus ojos de haberlo querido. Mi ritmo cardiaco hab
areció en la boca del gu
usurró en mi oído, inclinándose para que lo escuc
la piel de gallina. Jamás pensé que una sim
no tiene tantas garras
l tono más amenazante que fui capaz de conjurar, p
nque aún lo sigues siendo, pero que creas que puedes darme ordenes solo te vuelve más tierna. -Su mir
cuando esta se vio abordada por la de Alonzo, q
, instándome a que le respondiera de vuelta. Así lo hice, mis manos viajaron hasta su rostro para pegarlo más contra mí. Gire el cue
hacer. Alonzo ubicó uno de sus dedos debajo de mi barbilla, levantándola para que lo mirara directamente.
-cuestione apartando
ocurrió para que dejar
irección. De todas las explicaciones que esperaba, definitivamente esa no la es
en su mejilla. -No vuelvas a hacerlo, a menos que quieras quedarte sin le
-Ahí estaba de nuevo e
leto. Sin pensarlo pose mis labios sobre los suyos, devolviéndole el gesto q
s sobre mi cintura, levantando el vestido que llevaba. Y yo me encontraba demasiado ocupado desatando s
ento sin siquiera pensarlo y me agarró de la cintura, levantándome con una s
así? -pregunte trasladan
s de mujeres. Aquel pensamiento no me gusto para nada. El guardaespaldas vol
enó de habitaciones de hotel. Alonzo se detuvo en una y posó la llave sobre le
a orilla de mis bragas. Comencé a desabrocharle la camisa y la dejamos caer a un lado junto con el saco.
n estar más duros. -¿A quién pensabas recibir así? -preguntó mordiendo suavemente. La acción me hizo ar
omándolo del cabello. -A
y cada una de ellas me hizo alcanzar las estrellas con el orgasmo liberador que me provoco. Acabe rend
nte desnuda, así que tome una de las batas que daba el hotel para cubrirme. Mire por el rabillo del ojo,
se fuera cuanto antes y fui hacía la puerta, sacan
arme o estarán una semana en las cloacas. -Leva
mediato. Mi pulso se acelero al ver que sacaba la Makarov de su pantalón e iba
o, asqueroso traidor!
había tenido sexo con Alonzo Rinaldi y este parecía igual de confundido que yo
ué termine acostada con este? Ahora sí pap