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La princesa de la bratva

Capítulo 3 3

Palabras:1704    |    Actualizado en: 08/11/2024

La cabeza me daba vueltas debido a la cantidad excesiva de licor que había consumido, no recordaba haber pagado nada de eso. La mús

nte al baño. Cerré la puerta detrás de mí y examiné los cubículos uno a uno, aparentemente me encontraba sola. Abrí el grifo, mojando mi rostro. El agua d

rrido parcialmente mi maquillaje, así que tuve que retocarme. Ya fue suficiente por una noche, lo mejor

red. -¿Qué demonios te pasa, imbécil? -interrogue alzando el mentó para

l bronceada y era poco musculoso. En las pupilas podía ver varias motas rojas, señal de que se enco

a en mi cintura se volvía pesada. Pensaba en cómo hacerle una llave y evaluaba la presión con la que sujetaba mis muñecas, ¿Cuán

se hicieron esperar, pero lo que llamó mi atención fue el guardia de seguridad que estaba parado en la pu

nando en su dirección

sotros, ya ajustaría cuentas con ellos después por no estar atentos en todo momento. Les hice una seña co

miradas curiosas. -¿Sabes los problemas que tendríamos si ese hombre murie

ón dio un vuelco al escucharlo, pero seguramente era todo el alcohol en mi sistema. -Esto no hubiese pa

por mi torrente sanguín

etearlo por su atrevimiento, pero la detuvo en el aire con la suya. -Suéltam

tan cerca que podía contar las pestañas que cubrían sus ojos de haberlo querido. Mi ritmo cardiaco hab

areció en la boca del gu

usurró en mi oído, inclinándose para que lo escuc

la piel de gallina. Jamás pensé que una sim

no tiene tantas garras

l tono más amenazante que fui capaz de conjurar, p

nque aún lo sigues siendo, pero que creas que puedes darme ordenes solo te vuelve más tierna. -Su mir

cuando esta se vio abordada por la de Alonzo, q

, instándome a que le respondiera de vuelta. Así lo hice, mis manos viajaron hasta su rostro para pegarlo más contra mí. Gire el cue

hacer. Alonzo ubicó uno de sus dedos debajo de mi barbilla, levantándola para que lo mirara directamente.

-cuestione apartando

ocurrió para que dejar

irección. De todas las explicaciones que esperaba, definitivamente esa no la es

en su mejilla. -No vuelvas a hacerlo, a menos que quieras quedarte sin le

-Ahí estaba de nuevo e

leto. Sin pensarlo pose mis labios sobre los suyos, devolviéndole el gesto q

s sobre mi cintura, levantando el vestido que llevaba. Y yo me encontraba demasiado ocupado desatando s

ento sin siquiera pensarlo y me agarró de la cintura, levantándome con una s

así? -pregunte trasladan

s de mujeres. Aquel pensamiento no me gusto para nada. El guardaespaldas vol

enó de habitaciones de hotel. Alonzo se detuvo en una y posó la llave sobre le

a orilla de mis bragas. Comencé a desabrocharle la camisa y la dejamos caer a un lado junto con el saco.

n estar más duros. -¿A quién pensabas recibir así? -preguntó mordiendo suavemente. La acción me hizo ar

omándolo del cabello. -A

y cada una de ellas me hizo alcanzar las estrellas con el orgasmo liberador que me provoco. Acabe rend

nte desnuda, así que tome una de las batas que daba el hotel para cubrirme. Mire por el rabillo del ojo,

se fuera cuanto antes y fui hacía la puerta, sacan

arme o estarán una semana en las cloacas. -Leva

mediato. Mi pulso se acelero al ver que sacaba la Makarov de su pantalón e iba

o, asqueroso traidor!

había tenido sexo con Alonzo Rinaldi y este parecía igual de confundido que yo

ué termine acostada con este? Ahora sí pap

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