¿A todo riesgo o a terceros?
ormación que acabo de escuchar. Lo intento, de verdad que lo hago; pero por mucho que le insto a mi cerebro a reaccionar de una forma coherente, a ofrecer una respuesta lógic
hacerme e
para algo soy el j
ptado el puesto de limpiadora en el supermercado por las mañanas. Es un trabajo que odio a más no poder;
adornan sus sienes. Lo que propone es impensable, al menos por mi parte; juraría que él opina de diferente modo, de ahí que lo haya planteado. Pero no, no estoy dispuesta a regresar al infi
ro que a ella no le importará est
ta mi propuesta, me da igual, no pienso rendirme. Por eso,
ombretones llenos de grasa. -Sigue en sus trece y v
administrativos. No me importa, lo único que quiero es salirme con la mía y, p
bliga a retorcerme de dolor. Durante años he luchado duro para ma
y esa, querida, eres tú. -Apoyo la espalda en el respal
er que solicita nuestros servicios, sé que todo regresará de nuevo: los recuerdos, los sentimientos guardados, los men
i me
irme el lujo de perder el trabajo, necesito los ingresos a
contraté, llevas dándome la tabarra con que te amplíe la j
do desde que entré, lo sé de sobra -me quejo enfa
lo sin llegar a pensar en las conse
se, no entiende
el puesto de trabajo por no querer ir
ie
no lo
haciendo, sé que todo es por miedo, pavor a volver
me o
ad
somo cree la mentira q
tonc
onociéndolo como lo conozco, estoy segura de que tratará de hacer de casamentero. No es que me lleve mal con él
a que ofrecerle. Nada coherente me viene a la mente,
a y ya sabes que mi coche no está
ntiendo, incluso a mí me dan
la mano por la frente-. ¿Sabes?, he llegado a pensar q
a decir los verdaderos motivos por los cuales n
ación para salir del despacho. En el momento que c
dos de
las tres, por lo gene
quiero irme a
diato, los viernes a
y -digo c
nombre-, confío en ti y sé que los d
o profesionalidad.
mi puesto de trabajo. Mabel me mira extrañada, es raro en mí que esté tan
no trabajas por las
e viniera, he pedido salir an
bi
ablar de ello, en casa le contaré lo que me sucede. Sincroniz
s que campan a sus anchas por todo mi cuerpo; pero tengo claro que si enciendo un
palmada en el trasero al vigilante. Él tarda poco en mostrar
comenta Mabel una vez fuera del edificio y
levo una semana diciéndo
¿
s monos
n
estás de una estrecha. El miércoles hablé con Lázaro y me confesó
i por primera vez hace un mes y desde entonces,
prosigo mi camino-. Solo viene las tardes que tú trabajas, el
e trate de eso, así que me obligo a decir para que deje de venderme
ra que deje de caminar
y te lo he dicho mil veces, to
cerlo. Ella tiene una visión de las re
bres son iguales, cada uno tien
iciéndome que quite de foto del per
do, no me dejas
ella espero cualquier
vas a
aro y señalarme, con un dedo acusador, desde la distancia. Él muestra una sonrisa, también me guiña un ojo mientras saca el móvil para anotar algo q