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Valeria: Retazos de una mujer

Chapter 3 La cólera del señor Enrique

Palabras:1406    |    Actualizado en: 11/03/2021

parada, procuró desviar la atención y sacó su teléfono par

ando lo hizo, la enjuta figura de la viejecita apareció por la izquierda, justo por el lado opuesto por donde la había visto venir hace un instante. Algo incómoda y asustada, le dirigió una leve sonrisa de lado. Como si palpara su nerviosismo

o un par de veces, ¿cómo quiere que la trate?', pensó

arde para llegar al trabajo", respondió, procurando

tió la anciana, cada

autobús rojo apareció en la distancia como un lucero en una noche sin luna, sal

o', suspiró Vale

bía llegado de última, la anciana se las arregló para encaramarse con una rapidez inusitada para alguien de su edad. Valeria se quedó pasmada al verla y luego subió también, pero cuando entró ya no había puestos disponibles, así que tuvo que quedarse parada al igual que unos cuantos más. Los primeros minutos fueron soportables porque no había mu

se instante, hasta la Zona Industrial. Solo un helicóptero o un milagro la haría llegar a tiempo. Por fortuna, su vecina se bajó a mitad de camino y al menos no tuvo que seguir lidiando con su incómoda presencia y sus miradas furtivas. ¿Qué le h

era bastante gris, y apenas si había árboles escuálidos junto a las aceras, por lo que la sombra escaseaba. Minuto y medio después, llegó a las afueras de la textilería y sacó su tarjeta para marcar la entrada. Como se trataba de una planta industrial, la fachada del edificio no era muy llamativa, más a

r Enrique se haya quedado dormido

so hacia el interior del recinto, el señor Enrique salió de su oficina y apareció por el pasi

la cabeza gacha, pues no se atr

fuera adelantando sus cortes para no atrasar la producción. ¿Cómo cree que voy a llegar fin de mes si no me cumple con los plazos establecidos? Una fábrica es una su

cia que hasta su piel tersa se contrajo con cada gesticulación creando arrugas prensadas por su frente y alrededor de sus labios. Valeria estaba aterrada, sabía que eso pasaría, pues por cosas mucho menores que esa, el señor Enrique

pasar. Trabajaré horas extras para cumplir mi plazo".

do. La próxima vez no seré tan paciente. Ahora, ¡a trabajar!", i

para marcar su entrada. La puerta de hierro que daba a la parte central de la planta se le hizo más pesada que nunca en ese instante, estaba genuinamente agotada y todavía le quedaban unas 10 horas, o más, en

En la planta central había casi una decena de costureras que trabajaban todo el día sin descanso, el ruido de la maquinaria l

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