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Prohibido seguir al corazón..

Capítulo 4 3

Palabras:1489    |    Actualizado en: 04/09/2024

jando su plato en la barra y pasaban a la

egala

no le gustaba hacer estas cosas. Se quedó mudo, parado ahí

echa, y dos, tú te lo sabes, son dos raciones por niño. Mau

era v

ó, fue como si hubiera despertado un monstruo. Empezó a decirle que era una estúpida, una mala persona, una hija de muchas palabras, a patear, a golpear y a quererse ir encima de ella. Arañazos. Entre Rubén y Rafa, lo retiraron. A la mañana siguiente, Fabiola, la líder de los cuidadores, lo llevó al doctor. Este terminó llevándolo con un psiquiatra. Este psiquiatra nos dijo que el n

ás -gritó, enfurecido

a no habrá más. Acép

tirándolos de la barra, pat

ta, c

sando cada cajón, debajo de la estufa, en el refrigerador. Mau lo sacó a jalones, lo tiró en el piso y ya fuera de la barra se colocó encima de él para detener su fuerza. Mientras tanto, insultaba con

Llevaré este año a la sala y

n bañados y yo decidí, junto con Jazz, que los dejaremos dormir a las 10:30. Con el susto con Juan, ya ni disfrutaron la pelíc

añana, M

exigió, vélo solo ju

ahí más de tres minutos frente

oy buscando las p

nco, Guanajuato decidirá por nosotros. ¡Así que muévete! -sus gritos

ontesta. Creo que

a inte

ñó-. Ponlo en a

una voz al fond

ro sobre todo pálido, pues se q

ejana y sociable, y debía hacerle fren

sta -s

asesiné co

es, Brenda,

o por favo

o dime, ¿a qué s

ía saber, ¿cómo está

hogar sigue de pie y eso ya es un mérito -dijo con

ilencio aterrador. Después de unos segun

sino imagina la mezcla con tantos adolesce

y pues como tú lo has mencionado, en Renacer hay bastantes adolescentes y m

cer tengo espacio aquí. La cuestión es ver qué tipo de persona es. Antec

de la Fuente. Es muy buen chico y t

ablando del hijo

guna están dispuestas a aceptarlo. Recurr

Él es el hijo de un narco. Me pones en riesgo a mí, a mis niños, a mi familia,

aba tan nervioso que estaba casi seguro de que colgaría el teléfono. Así que

ero merece una oportunidad. Y tal vez su padre sea un narco desgraciado, asesino que ha cometido muchos errores y la mayoría de las personas que usted conoce lo desprecian y hasta le tienen miedo. Pero dígame, si usted no hace un cambio, ¿quién lo hará? Y perdón que l

uchaba lo fuerte de su pecho. Pasaron segundos, minutos que se hacían eternos en lo que a mí y a Sara concierne. Sara me miraba atentamente. Pasaban minutos y más minutos. El tiempo se hizo largo.

guen

quí se

todo lo que me ha dicho -contest

el Capo Ernes

re, tosió un p

en una casa hogar, pero digamos que a él tampoco lo tienen tan ub

rsona más. Pero sí que necesito tiempo para pensarlo, hablar con Toribio, mi socio, de todo esto y, claro, por qué no, acogerlo. Pero mi respuesta no se las pued

lo ent

o tiemp

minutos, pero si no mandamos los p

en menos de cinco -y así, sin

o saltos se volvió a sen

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