icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

SEDUCIDA POR EL CHICO MALO DEL CAMPUS: UN HOMBRE LOBO

Capítulo 5 La alteza

Palabras:1242    |    Actualizado en: 29/07/2024

la del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora

ente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con

creen de

. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Si

endo por uno de los pasillos principal

r? -murmuré, esperando que e

ncogió de

o no le des mu

a esquina de un pasillo, vi a una persona salir prácticamente volando hacia los casi

agarrándose las costillas maltratadas como si intentara contenerse para no desplomarse de nuevo. Su gemido de

haciendo? -preguntó

varon en los míos, su ceño fruncido transmitió una mezcla de irritación y superioridad. Su postura era tensa,

entí una oleada de ira y me levanté r

lando al chico herido en el suelo-. ¿

ó señales de arrepentimiento. En cambio, una sonrisa fría y burlona

ático, dejando que las palabras cuelguen pesadamente en la atmósfera opresiva-. En cuanto a él

mi corazón latiendo con fuerza y mis manos temblando de pura indignación. Tomé un respiro pr

ace poderoso. No eres más que un abu

guntó con sarcasmo-. ¿Llamar a la pol

esto no se queda

al mío, con sus ojos

e con quién te estás metiendo. Si quieres un consejo, mantent

ímetro, manteniendo mi

tus lacayos se pasean por aquí como si fueran los amos del puto mun

desvaneció por un momento, antes

valiente. Veremos cuá

ca. El chico al que había defendido ya no estaba a mi lado, y una sensación de impotencia comenzó a apoderarse de mí. Eso me pasaba por meterme en

e ocurriera en los pasillos. Nadie mostraba verdadera autoridad ni se preocupaba por mantener el orden. Me sentía completamente desamparada en un entorno donde la justicia y el respeto brillaban por su a

ñas de ser necesario. No iba a permitir que un matón arrogante me hiciera retroceder. Había aprendido a luchar por mí misma desde

on mi rutina, rezando para no encontrarme

calmado donde poder estar. Giré en una esquina y, para mi sorpresa, descubrí una entrada que conducía a una imponente piscina olím

rmas de diferentes alturas. Las gradas se extendían a lo largo de un costado, ofreciendo un espacio amplio para espectadores. En el otro lado,

de paisajes marinos, creando una atmósfera casi mágica. El suave sonido del agua filtrándose y el ocasional chapoteo rompían el

recordar los paseos que hacía en com

i dirección. Los días eran más simples entonces, llenos de risas y sin preocupaciones. Solíamos pasar horas nadando, explorando las orillas y disfrutando de la

esperando. Quizás, en este lugar, pueda encontr

Obtenga su bonus en la App

Abrir