Juramento
magia Martín se había presentado a trabajar, a Dayla le había tocado actualiz
también lo hiciera, miro la pelirroja quien asomaba su cabeza por la puerta de l
stillita y se levantó de su escritorio, tenía que prepararse para los gritos de ese día. Habían pasado muy pacíficas las
dueña de la aseguradora que empezó hace unos meses, luego de varios acostones, le dijo que no quería nada con ella porque él estaba casado, imagínate, la mujer se volvió
pesado escuchar las historias y aventuras sexuales de aquel hombre, en seis meses que llevaba trabajando en aquel lugar, había escuchado miles de cuentos, esas eran cosa qu
asado en mi opinión, es una raya para l
e atrevía a decirlo? Pero no era de su incumbencia, cada quien tenía sus motivos para hacer las cosas así que respondió – t
tisfecha por el comentario y
irte que eres una suertuda – le dijo
aunque siempre trataba pasar desapercibida; tenía el cabello lacio aunque a la altura de los hombros se le hacían unas grandes ondas que le llegaban ha
ver a Martín hoy aquí sobrio, se presentó aquí en mi oficina incluso antes de que tu lle
hambriento cazando a su presa. Las manos y pies de la chica se tornaron fríos. El hombre se levantó del escritorio hasta la puerta, ella i
por todos los medios y lo único que pude conseguir fue que en año y medio has tenido cuatro trabajos, en muy distintas áreas, según tu agente de empleo todos tus jefes hablaban maravillas de ti, pero tu simplemente has abandonado los empleos para solicitar uno nuevo. Encontré un registro civil que dice que eres casada, más n
r ni que hablaran de su vida y mucho menos que se metieran en ella, se esforzaba
sacándola – siento mucha cu
pero siempre he mantenido una raya entre a mi vida
bes que también encontré? – Ella volteó quedando frente a él –
señor – respondi
oco más y descubrí que su esposa se llamaba Dayla, igual que tú, aunque no decía apellido me pareció súper curioso, intente buscar información sobre la mujer mas no salía nada más. Según los registros él desapareció y a ella la dejaron libre tras no encontrar que ella estuviera vinculada con sus trabajos. Y bueno, dicen que la c
él tratando de mostrarse inflexible pero el miedo y la ansiedad que a
uerdo, yo estoy dispuesto a no decir nada, sin embargo tu deberás darme algo a cambio de mi silencio – la tomó de las caderas trayéndola junto a é
mano a la parte de adelante y la metió por debajo de su falda, la morena volvió a tragar grueso, no se creía lo que estaba a punto de d
eteó por encima de su panty dando un ge
ándose a mirar, no quería ni esc
dedos en forma circular – maldición chica, eres tan estr
rimas continuaba con los ojos cerrados
res exactamente como te i
quella oficina, luego de unos minutos Arturo se alejó de ella mirándola presuntuoso – es suficiente p
bía mostrado débil ante él, simplemente la había manipulado y ella había cedido ante él, camino a zancadas hasta la puerta sac