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Tras Una Noche De Lluvia

Capítulo 5 5

Palabras:1707    |    Actualizado en: 27/02/2021

en maravillosa deleitó mis ojos: Jazmín sobre la cama, piernas abiertas, falda levantada, camisa que se desprendía lentamente y una sonrisa algo maquiavélica. Mi cuerpo

ido ese efecto ta

abajo para que terminas

ue nos habíamos dormido con toda la ropa puesta; y me q

iera habíamos comprado el diario. Había tenido miedo de que alguien nos reconoci

do todo? ¿Si nadie nos está

tranquila

ndí su in

dés? ¡Te digo que

o querés decir! ¡Yo

lo que sabés

. Trabajaba para gente muy pesada. Tienen a

s ojos y

a m

dos los bares de la capital sin trabajar para nadie? Para mal, éste er

mé consciencia de

estar tan tran

tomó un momento

ueden hacerm

as cejas

s miedo de q

con todo. Pensaba tirarme de un quinto piso o a

antes de

ra te ma

estuve li

r dos o

res minutos. Tendría

, se me quedó viendo. Sentí que su

as miedo

sidencia del difunto General Urquiza, quien gobernó la provincia de Entre R

un complejo de habitaciones que rodeaba por completo un patio, pinturas en casi todas las paredes y pequeñas camas en cada habitación. El guía

etisa. Sólo estoy en

ico chiste que hiz

n un cuarto y se arrojó sobre una de las camas. Era gracioso verla así, descansando en un relicto de hace siglo y medio vistiend

, so

ecidimos irnos antes de ser acusados de dañar propied

ar, nos llevaron a visitar el lago artificial que Urquiza se había hecho construir. La mitad de su orilla estaba rodeada de vegetación. En un descuido, me acerqué al agua y Jazmín me empujó. No me mojé por completo, pero sí lo suficiente para que ella largase una fuerte car

entinamente que estábamos solos. Todos los demás habían abordado la camioneta.

ron en el centro, cerca del bar donde habíamos estado dos noches atrás. Caminamos lentamente

nuestra cabaña. La saludamos, nos dirigió una mirada grave y s

hablar en

aminó hacia la oficina de recepción. Yo du

Esp

uvo y

er alguien

milímetros que habíamos encontrado en el Dodge. Me asusté de sólo pe

iraba intermitentemente hacia un pasillo, com

solas –dijo la mujer–

ada en el pasillo, incluyendo una mujer que barre, podía escuchar lo que uno decía. La anciana nos contó cómo s

ban esta mañana. Lo si

decir algo

e llaves y me lo extendió. La pobre se llevó un susto tremendo. Le hice un gesto a Jazmín y ella bajó el arma

é me da l

Si hubieran sido policías de verdad, de los que sólo hacen su trabajo, se hubieran llevado el auto. Un procedimiento normal. Pero estos hombres p

Jazmín

raron. Tenían sus fotos, y querían saber dónde es

ió, pero ni un músculo

irnos –fue to

la an

versación que tuvimo

en un lugar tan pacífico como éste. Y tem

rió y la anciana

allí durante unos años, cuando mi Pedro se hizo policía. No le

qué nos

ablando como si n

iento si no se le ordena!" le dijeron, y el traficante quedó libre. Días después, Pedro vio al comisario y al transa bebiendo juntos en un bar. Recibimos varias amenazas por aquéllos días. Yo no soy quien para juzgarlos. No

a J

que usted

ió y se encog

unos crimin

me m

s q

somos –me co

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