Amor a fuerza de resentimiento
ital, centro de trabajo de Elsa Núñez. Ella
aqu� ¿Estás bu
ola la miraba fijamente. Luego miró hacia el salón de espera
pondió co
e están aquà en el salón, deben estar esperando la hora de la
lo im
se no es tu caso. T
, vine por o
ó algo recelosa-. Digo, si
e contesto ca
tengo que dec
en respuest
ue hace cuatro años me
una estupidez tuya. Necesito que me
jo bastante exigente-.
do no estuvieras hab
e ve m
fue de la casa y
de Dios se dio cuenta qu
ubieses pagado los golpes que me diste, me rompiste la ropa, me hic
nrió hi
yo no te iba a resolver tu situación, a complacer como lo estaba deseando. Vamos a dejarle eso
cuelas que me dejaste -insistÃ-.
igo. En esta vida nada es parejo. Se conjug
hacer el sexo contigo sabiendo que Juan de
Juan de Dios -en suplica-. Por favor, vamos a entende
do mentiras. Después que me desnudarte, me tiraste en el suelo, y cuando
n otro lugar fuera del hospit
sa se torna de
a! Tú no me vas volver a viol
e mantenÃa ca
gre como hacen los vampiros. Además, ere
ciente remordimiento-. Si no te vas voy a llamar al compa
rivalidad entre Juan de Dios y yo. Tú di
No quiero oÃrte hablar más
ento nos encontramos, y hablamos com
en el cielo. Ella se quedó pálida cuando escuchó los pasos de una persona que se le acercaba a su espalda. Cada vez los pasos eran más pesa
¿Por qué me persigues
dejaban ver sus brillosos ojos. Ella hizo por gritar; el individuo se lo impidió poniéndole un cuchillo en su garganta. Elsa quedó d
ndo- ¡No me vayas a matar, por favor! Yo haré todo lo q
ez los hematomas que tenÃa en su rostro y los brazos. La vestimenta estaba desbaratada y
o-. La primera vez fue el canalla de Rolo Arzola -hizo una pa
a el espejo y por sobre su hombro buscó
n bruto, una bestia. -angustiad