Ceos corruptos
y anchas hojas reverdecidas por las continuas lluvias de la presente estación, aunque huérfana
tualmente serian reclamados por la inquebrantable gravedad, obligándolos a desprenderse de esos extenuados y endebl
resumían de pendencieros, no faltaban los que llevaban cuchillas escondidas a las escuelas o fiestas y siempre estaban buscado líos hasta que recibían un buen sopapo o estrellón contra el piso, que les hacía olvidar hasta en la dirección en que vivían. Los que andaban en grupito ocultando su penquismo tras la guapería no trascendían más allá de, manotear, parlotear y chanchullo; pero esos vivían su mundo de marginación. Y l
áneamente sus excitadas polémicas
olicía —soltó Miguel y rió a carcajad
sar un susto cualquier día de estos—fue la
i Emilio y ella en realidad eran hermanos carnales. Porque él era descomunal y de piel tostada,
La jirafa llorona no ganó ni un sala'o
a de dominó, si hubiese sido con tío Alfonso o Marcial
por doquier y frases de desa
, zorrito —afirm
da más llegar, y después dice Migue que yo soy el d
de preguntarle cómo le fue con la muchacha! —los regañó Ruf
cial es Mansito, Mansito o por qué en la escuela le quité a Ali
an tantas y tan continuas las puyitas, burlas y jaranas que ya estaba
pelo, que me hice novia tuya solo para provocarle celos a Marcial, y como no me correspondía, estaba en una etap
abeza batiendo la
me olvida es que nunca pude ganarle al cabrón este cuando practicábamos
a que pensaras que estaba dolido co
ón muy amorosa en la que por lo menos algun
lo iba a vigilar cuando estuviera en el colchón de lucha y me iba a acostar encima hasta dejarlo planito como una galletica dulce. Aunque sé que valoraba más t
as que espantaron a las gallinas y hasta el p
vergüenzo y no tomo más
so —contestó dándose un largo trago —. Aly de mi alma, todo lo q
irás tú —so
un santico. Ustedes no lo con
on mi niño preferido, coño por favor sué
policía. Será hipócrita es
que hay aquí, me están defendiendo a mí, y no a ustedes. Ven lo provechoso que es ser mansi
á cabrón el pedazo de hombrecito este —
ndo decibeles, Rufina quien aú
comidita de ayer guardada. Cuando quieras te la caliento, y esta
n ya cumple treinta y tres el m
ue ponernos de acuerdo con Ricardo y Ulises para qu
rse y comer de gratis. Serán descarados, y ya déjenlo
—argumentó Guille acercándoseles—. Dale pa'cá mi hermanito. Coge un vaso y sírvete que todavía
os que te gusta lo bueno —aconsejó Al
desata en torno al dominó y a temas de actualidad sobre la realidad cubana. Como graduada de doctora en sicología infantil sabía que ya aquellos desdichados no tenían remed
lles; pero sobre todo manifestarse abiertamente en contra del régimen que a su entender le había dado la espalda, pues quien lo conociera en la actualidad nunca pensaría que fue de los estudiantes elegidos para integrar esos contingentes que partieron a la RDA—República Democrática Alemana— y se arrepiente constantemente
amentos donde estos residían. Una noche Migue y otros jóvenes, en defensa propia se involucraron en un violento altercado tumultuario en el que un alemán fue remitido al hospital con graves lesiones, demostrándoles a los europeos que eran descendientes de mambises. En la reyerta a él le dejar
racial y territorial que continuaba latente. Para colmo de males, había dejado una novia cubana que fue a estudiar corte y costura en una fábrica en